La lógica es lo que en las últimas fechas de la segunda etapa ha aplicado Juan Ramón Carrasco.
Muchos dicen que el equipo por fin se acopló al esquema del “Tiqui-Tiqui”, pero si se hace un flashback y nos remontamos al tramo final de la primera fase, nos daremos cuenta de que Emelec terminó jugando con casi los mismos elementos que ahora el DT “charrúa” ubica en cancha.
Con Omar Asad, el “Ballet” remató primero en la fase inicial con un clavado 4-2-3-1, usando a sus tradicionales cuatro hombres atrás: Gabriel Achilier, Marcelo Fleitas, Eduardo Morante y Óscar Bagüí; en la media a Pedro Quiñónez como volante de corte fijo y a Fernando Gaibor o David Quiroz de doble 5, mientras que Édison Méndez actuaba por lo general de enganche; abiertos por los costados, estaban Ángel Mena con perfil cambiado y Marcos Caicedo por izquierda, para dejar en punta a Cristian Menéndez.
Ahora está José María Franco en vez del “Colorado” y Vigneri tiene más minutos en cancha que Caicedo; el que no ha tenido continuidad es Bagüí.
Al llegar Carrasco, el proceso Jorge Sampaoli-Omar Asad se rompió y surgieron los problemas internos.
“No se puede tapar el Sol con un dedo”, dijo en su momento Méndez; era obvio que la relación entre jugadores y cuerpo técnico no era la mejor, durante el arranque de la segunda etapa.
Frases como: “A mis 30 años no voy a cambiar mi forma de jugar por agradar a alguien. Estuve muchos años en Europa a gran nivel jugando a mi manera”, expresadas por el ex PSV Eindhoven denotaban que el ambiente en la tienda azul no era el mejor.
Otro de los que no se sentía a gusto era David Quiroz. Un pequeño pero gran ejemplo fue la cara que puso con una sonrisa a medias, esas que uno usa cuando le parece poco convincente lo que le ordenan, antes de ingresar al campo ante Independiente en el Capwell.
En ese momento Carrasco lo ubicó de marcador. ¡Sí, de marcador! A un hombre acostumbrado a poner la pausa en el medio campo, a un hombre que es más un doble cinco o un enganche, ¡lo puso atrás!
Otro inconveniente surgió cuando comenzó a hacer rotar la defensa, pues probó con Wilson Morante, Luis Zambrano, Carlos y José Luis Quiñónez..., y luego terminó confiando prácticamente en los mismos zagueros que fueron usados en la primera etapa.
Eso sí, ya no se fía tanto, su sistema en casa es de un 3-3-1-3, pero afuera “JR” no quiere volver a ser sorprendido en la altura y se protege más con un 4-3-1-2.
Hay que darle mérito a Carrasco, ya que entendió el mensaje de la hinchada -que muchas veces pidió su salida- y también por el hecho de que se haya dado cuenta de lo que tenía en la banca. De a poco comenzó a ubicar a Méndez y a Quiroz de nuevo en cancha, los ejes de la media “eléctrica”; y el juego del “Ballet” comenzó a aparecer de a poco, las paredes y, por ende, los goles comenzaron a llegar. Hace algún tiempo, un viejo y conocido entrenador, del cual me reservo el nombre, me dijo que el equipo de Emelec no era barato, que era un coche de F1 al que había que conseguírsele un piloto que pudiera manejar a esa velocidad y Carrasco está aprendiendo a controlarlo. También me comentó que las derrotas, así como las victorias, contagian.
El “Bombillo” ahí, en lo que respecta a caudillos, cuenta con una ventaja: tiene referentes, hombres como Marcelo Fleitas, que siempre buscan la unidad y jamás hablan mal del equipo. Ese tipo de elementos que levanta al grupo, esa clase de futbolistas que reconoce que hay errores, pero que pelea por superarlos y arrastra a los demás a mejorar.
Es que un equipo que tiene un medio campo de lujo no se podía olvidar de jugar. Hay que destacar que Carrasco volvió a darle continuidad a un Walter Iza que, pese a que juega por una banda que no es la natural para él (ahora corre por derecha), no lo hace mal; incluso se atreve no solo a dar pases gol, sino también a disparar al arco.
Asimismo, le ha dado minutos a Ángel Mena, a quien le sirvió la “pasantía” en el Cuenca para venir recargado y ahora puede ser usado por ambos costados, así como enganche o delantero. La confianza en Gaibor, es también para el aplauso, es un jugador que pide exportación, polifuncional y que además le pega de afuera con cualquiera de las dos piernas.
El medio campo toca, es verdad, pero no hay que dejar de destacar que jugar con un solo 5 es peligroso, pues el uruguayo no usa dos volantes interiores, sino que abre a quienes acompañan a Pedro Quiñónez (lesionado) lo que al contragolpe deja indefenso al “Bombillo”.
Los que pensaron que Emelec estaba muerto se equivocaron, aún puede ser campeón directo. Los azules levantaron porque cuentan con equipo para hacerlo, tienen banca y un panorama alentador.
A falta de 6 partidos y 18 puntos para que se cierre la segunda etapa, los “millonarios” (segundos y a solo 6 unidades del líder, el Quito) solo subirán una vez a la altura, ante Imbabura la última fecha. De ahí todos los cotejos que tienen son en el llano, 3 de ellos serán de local ante el Cuenca, El Nacional y Liga (Q); a Barcelona lo medirá en el Monumental y al Manta en el Jocay.