¿Qué nos ocurre como sociedad?
¿Nos hemos percatado?
¿Nos lo han dicho? O, tal vez ¿Nuestra propia señora conciencia nos lo ha reprochado?
Hace varios días leí que una determinada persona publicó en su perfil de Twitter un mensaje que me llamó la atención (parafraseando): ‘Si ven la puerta cerrada, no abrir (y, consecuentemente, entre)’; y tampoco si (la puerta) está abierta’. Me pregunté en ese momento: ¿Quién lo lastimó tanto para que piense y sin duda alguna actúe de esa manera?
Es común, especialmente en nuestra región latinoamericana, que ante tanto “ruido”, nuestra salud emocional se haya afectado; pero, lo más grave aún es la perversidad del ser humano, al punto de auto “sanarse” y optar por evolucionar esa laceración emocional, al convertirla una coraza emocional, caracterizada por el ego descontrolado, la arrogancia absoluta, la sordera ante el llamado a la reflexión y la enmienda, y la segregación, el sectarismo y el elitismo. En ese sentido, los autores de dicho “ruido” han venido buscando formas cada vez más sutiles para disfrazarlo a manera de una voz. ¿Una voz? Así es; aquella voz que una gran parte de la sociedad día a día se esfuerza para hacerla suya y clamar con todo pulmón que es “el deber ser”.
A modo de ilustración, una metáfora perfecta y bella la plantea el propio Jesús. En el pasaje evangélico propuesto por la Iglesia católica establecido para el domingo 30 de abril (Jn. 10, 1-10). De forma sucinta: Jesús es el buen pastor; él es la puerta. Aquella persona que reconoce su voz, lo escucha (no solo lo oye), le presta atención, y -actuando en consecuencia- enrumba su vida por ese sendero, practica el mandamiento del amor, muestra a Cristo con el testimonio de vida propio, descubre a Jesús en los demás e incide en hombres y en mujeres y los motiva con el ejemplo vivo ‘en la carne’.
¡Una metáfora maravillosa! Si damos un vistazo a nuestros días, más que apuntar con un dedo a nuestro prójimo, nos apuntamos primeramente a nosotros mismos y luego, en justicia, al prójimo. Todos hemos creado un entorno hostil: difícil, mezquino, cuesta arriba, de ironía y denostación… inhumano ¿Exageración? No lo creo. Partamos de lo que ya indiqué al inicio: personas cuya actitud resulta inconveniente, socialmente incorrecta, humanamente cierta aunque indeseable. Lamentablemente hay muchas hermanas y hermanos con esa conducta; conducta que plantea una relación entre ‘los unos, autodenominados importantes’ y ‘los otros, adjetivados (por los primeros) como inferiores’. En suma, personas cuyo actuar fractura el humanismo, siembra las semillas de la indiferencia, de la vejación como deporte y de la discordia mutua, y, en definitiva, produce nula armonía, crea barreras y segmenta a la raza humana.
¿Qué voz hemos estado escuchando? O, ¿A quién hemos tenido como “la puerta”? Es sencillo responder cuando tenemos “lo que tenemos”: ha pasado de todo, y sigue pasando; o, como decía un importante político de este siglo: “El mundo al revés”. Citar hechos, o transcribir lecturas a manera de análisis implicaría (como también dijo otro importante político) de nuestros tiempos: “Toda una vida”.
Es importante no quedarnos “en la leche derramada”, e ir a lo propositivo. ¡Estamos en crisis! ¡Estamos en guerra! Unos a otros nos destrozamos. ¡Hay “incendio” por todos lados! De nuevo: ¡Está pasando de todo! Pero muy pocos:
-reconocemos que hemos tenido parte en el abono a lo que hoy cosechamos: dolor, odio, resentimiento, y el “creernos todopoderosos” si tenemos varios gramos de poder en nuestro “metro cuadrado”; y,
-estamos dispuestos a abrazar la humildad, a ser instrumentos de paz (pero no cualquier tipo de paz, sino la que da Cristo); como dijo San Francisco: “No ser consolado, sino consolar; no ser comprendido, sino comprender; no ser amado, sino amar”… a demostrar interés sincero e ilimitado, en especial con quienes la están pasando mal.
-nos proponemos, a partir de este momento, luchar y promover la paz, a través de la escucha (pero no de sordos), de ceder y consensuar, de comunicarnos y de respetarnos… de que necesitamos a la divinidad en nuestras vidas, y no de unos cuantos “ceros” en el Banco, de algunas propiedades “en Sambo”, o de “una pareja sentimental con cuerpo de guitarra”… Todo lo terrenal lo carcome el tiempo, o se quedan “para los vivos”.
Señoras y señores: hay manifestaciones de sobra de que nos falta amor en nuestras vidas. A partir de meditar, de reconocer y de movernos a lo que debemos, es entonces cuando podremos visualizar “la puerta”, y solo después de ese momento podremos generar armonía y podremos transformar al mundo en un entorno menos despiadado y más humano.
Bonus track: a propósito que se conmemora el Día Internacional del Trabajo, causa tristeza y dolor la actitud de ciertas hermanas y hermanos (empleadores) para con sus colaboradores (trabajadores), por el hecho de que los primeros han ofrecido una plaza laboral; hay varias personas que ejercen como empleador y piensan que el generar empleo es patente de corso para brindar un trato poco digno a los demás, para generar tratos crueles, para cometer abusos legales y hasta humanos.
A ratos, pienso, se olvida que gracias a las y los colaboradores (a su esfuerzo, a su sacrificio, al empleo de invaluable tiempo familiar que con entusiasmo y decisión lo entregan a la empresa) es que se ha alcanzado prosperidad en el negocio y crecimiento socioeconómico. También se da en sentido contrario: la desconsideración de puntuales colaboradores para con sus empleadores, pero estimo que es en mucho menor grado que lo primeramente mencionado en este párrafo.
¿Exageración? Iba a transcribir varios ejemplos, pero me contuve, borré y mejor me dije: que juzguen las y los lectores.