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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

¿Qué viene después de los Kirchner?

26 de noviembre de 2015

Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández marcaron un hito en la historia de Argentina; época que termina con el triunfo de Mauricio Macri.

El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner llega a la presidencia con 23% de los votos, gracias a que Carlos Menem declina ir al balotaje. Se realizan transformaciones que la gente valoró: poner en orden la economía, salir del default, pago a los organismos internacionales de crédito, reconstrucción de la Corte Suprema de Justicia y el esperado inicio del juicio a los genocidas de la última dictadura militar. Pero Kirchner era un político peculiar y heterodoxo, que caminaba en el límite de la legalidad rodeado de cuestionables colaboradores. Podría decirse que fue la versión políticamente comercial de los ‘montoneros’ (Movimiento Peronista Montonero MPM).

No opta por la reelección y apoya la candidatura de su esposa, Cristina Fernández, que inicia su primer mandato en 2007 y termina ahora su segundo período presidencial con un perfil ideológico más marcado que el de su difunto marido. Hay que aceptar que ha ampliado los derechos ciudadanos con normas como la Asignación Universal por Hijo, regreso al estado de los fondos jubilatorios, de la petrolera YPF y de los ferrocarriles; y otras controversiales, como las leyes de matrimonio entre personas del mismo sexo y de identidad de género y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que la enfrentó con el Grupo Clarín, principal conglomerado mediático argentino. De hecho, en el segundo mandato de Cristina es difícil encontrar acciones valiosas: la economía explota, queda al descubierto el problema inflacionario, el retraso cambiario que provoca una devaluación del 30% y parece que llega a hartar a la gente las restricciones a la compra de dólares en 2012 y las permanentes denuncias de supuesta corrupción y lavado de dinero de su gobierno y de sus hijos. Y finalmente la gran sacudida debido a la muerte del fiscal Alberto Nisman.

Desde el 10 de diciembre, Macri se enfrentará no solamente con los problemas de seguridad y desigualdad social, sino a una muy inestable situación económica: inflación disparada de un 30%, dependencia en gran medida de las exportaciones de materias primas, como soya y petróleo a la baja, poca confianza de los inversionistas internacionales, quienes le dan la espalda, pues aún no se resuelve el pago a los ‘fondos buitre’ que entraron en la crisis de 2001.

Este entorno restringe cualquier política que Macri quiera aplicar y es posible que no disponga de los 100 primeros días tradicionales de calma y le toque dar un vuelco hacia la demagogia electorera y populista, a la cual están tan habituados los argentinos, para poder negociar. Y esto es una desgracia en un país claramente dividido. Cristina Fernández deja el poder con un 50% de imagen positiva, que con la escasa diferencia con la que gana Macri, puede servir como base para una analogía de lo que significa el kirchnerismo para los argentinos, pues a pesar de que deja muchas políticas de inclusión social, distintos mecanismos de apoyo a sectores postergados, subsidios especiales a segmentos de la población, jubilaciones y pensiones, planes sanitarios y reducción de la pobreza; los sectores medios y medios altos tienen fuerte oposición por cuestiones de política económica, lo cual provoca serias dudas del estado como queda Argentina después de Cristina Fernández de Kirchner. (O)

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