Visualizo dos grupos en Ecuador; y una misma pregunta:
Grupo 1: quienes perdieron las Elecciones Seccionales 2023, sea porque participaron por primera vez, o sea porque buscaron la reelección. Para ambos casos (y con mayor razón y dolor, aquienes están dentro del segundo caso), me pregunto: ¿Qué sentirán hoy al experimentar una realidad dura y abrumadora? Paso a explicarlo:
-Las autoridades seccionales deben retornar a sus cargos, hasta que culmine su periodo en mayo próximo. A medida que los días transcurren se ha notado que varias de ellas han realizado actividades públicas. Sin embargo, los representantes de medios de comunicación no se han dado cita tal como lo hacían antes del domingo 5 de febrero: de forma masiva. ¡Es sumamente triste! Siendo así, y dado que la autoridad seccional ya no continuará en el cargo, usted nota que la misma ya no recibe el “apoyo” de ciertos medios de comunicación en cuanto a brindar cobertura a sus actividades. La autoridad seccional ha quedado sola; a diferencia de días anteriores a los comicios intermedios, y de ahí hacia atrás, donde la misma autoridad seccional recibía a una marea de periodistas y comunicadores en todas y cada una de sus actividades públicas. Aquí hay que decir que lo que hubo fue interés: de un lado, el contar con espacios de difusión de la gestión desde lo seccional pero a modo de relaciones públicas, donde se evite cuestionar, donde se muestren permanentemente simpáticos(as), y donde se abstengan de cuestionar o dar cobertura a los escándalos; y, por otro lado, el siempre recibir publicidad estatal, de manera privilegiada. ¡Eso es lo que ocurre! De manera que, al conocer que la autoridad seccional ya no continuará en el cargo, entonces el pecaminoso convenio está a vísperas de caducar, y, por tanto, aquellos puntuales medios de comunicación no se hacen presentes dado que la autoridad seccional no puede garantizar que su relación “wn-win” continúe.
Sentimiento similar tiene la autoridad seccional que fue derrotada en las urnas al saborear que su “círculo más cercano” prácticamente se ha Ido. Y no hace falta estar dentro del espacio seccional para constataraquello. Hay casos de autoridades seccionales que, posterior a conocer los resultados electorales preliminares, han sido víctimas de la denostación a través del “microverso” denominado redes sociales. Usted no observa que alguna colaboradora o colaborador del entorno directo de la autoridad seccional digitalmente agredida sale en su defensa. ¡No! Parecería que jamás le han conocido ni han trabajado con aquella autoridad seccional. Es más, hay quienes han abrazado la actitud canalla y oportunista, e ir al extremo de hacer un tour por varios medios de comunicación y, sorpresivamente, reconocer que la gestión de la autoridad seccional (que confió en ellos y les brindó empleo) no era la mejor, que por tal razón la ciudadanía le quitó la confianza, y que lo que hoy toca es brindar apoyo a la nueva autoridad ya que “hay que sumar manos”. Sí señoras y señores. Eso tenemos: un alto nivel de amoralidad, de cero lealtad, de buscar “seguir en la teta” (como coloquialmente se asevera), sin cargo de conciencia, sin reparos, sin escozor, y con un alma funcional a la autoridad que está de turno en el cargopúblico.
¿Qué sentirán aquellas autoridades seccionales al darse cuenta de que todo fue únicamente respaldo por conveniencia, y no un acompañamiento sincero? A más de reconocer que se han equivocado al confiar en quien no debieron, también hay espacio para reconocer que cerraron las puertas a quienes únicamente deseaban contribuir a la gestión con talento, conocimiento y alto grado de lealtad (no incondicional, dado que se presta, inclusive, para solapar sinvergüencerías, si llegaren a darse); y también hay espacio para poder comprender que esas mismas personas que hoy les dan la espalda, “ayer” les encerraban en una burbuja para, precisamente, impedir que personas altamente capaces puedan desplazarlos dado que harían surgir (involuntariamente) con su desempeño la incompetencia que les caracteriza. A propósito, el ex mandatario Abdalá Bucaram aseveró alguna vez: “No hay político en Ecuador como Omar Quintana Baquerizo: cuando el PRE estuvo en su mejor momento, él estuvo ahí. Cuando el PRE ha estado en tormentas, él también ha estado ahí”. Así mismo, el ex mandatario Rafael Correa lo ha sostenido: “Nos hemos equivocado. Confiamos en gente impresentable. Hubo quienes se fueron por ‘un plato de lentejas’. Evitaremos esos horrores. Sin odio, pero con memoria”. Yéndonos algo más lejos, el ex presidente de Panamá Ricardo Martinelli: “He estado muy alto, y he descendido al infierno. Hoy estoy resurgiendo. Eso te brinda humildad. Y los errores que se cometieron no los volveremos a cometer”.
Pienso que tal vez el Sr. Martinelli experimentó parte de lo que en Ecuador nuestras autoridades seccionales, en general, han vivido, y viven.
Grupo 2: el primer mandatario ecuatoriano Guillermo Lasso. ¿Qué sentirá el Presidente cuando -tardíamente- solicita que parte (y no gran parte) de su círculo cercano salga del Gabinete de Gobierno? No me imagino qué esté circulando por su cerebro. ¡Debe ser difícil! Tan solo puedo limitarme a preguntar, y a transcribir y resumir hechos.
Hace días en la plataforma digital Bajo La Lupa Ecuador, el ex Secretario de Pueblos Luís Pachala aseveró que él abraza la idea de que en la conciencia de las y los funcionarios de alto nivel debe existir una suerte de pregunta final: ¿Estoy cumpliendo con la tarea? E inmediatamente decidir, de no estar cumpliendo: dejar el cargo. En lo que a mí respecta, creo en la buena intención del ex funcionario y dirigente indígena. Sin embargo, su idea está demasiado cargada de ingenuidad. Hay funcionarias y funcionarios competentes, sin lugar a dudas. Pero también hay aquellas y aquellos funcionarios caracterizados por la mediocridad o por la incompetencia, y donde jamás esa especie de ‘examen de conciencia’ se va a dar. Nudos críticos a los cuales el presidente Lasso está llamado a abordar y a desatar. ¿Lo hará?
Ha existido una renovación parcial del Gabinete en la Función Ejecutiva. Con mayor precisión, y a mi juicio no fue la suficiente. Pienso, por ejemplo, en que la ratificación goza de escasos argumentos para ser sostenida. Si el propio primer mandatario subraya que el resultado del 5 de febrero (que simboliza la voz del pueblo) ha sido decodificadA por el régimen gubernamental y ello le llevó a realizar ajustes, ¿Por qué, entonces, ratificar en el cargo a quien te he conducido, directa o indirectamente, a los resultados ya obtenidos? En buen romance: ¿Se está desafiando la tesis de aquella frase que destaca que es una locura repetir la misma práctica y esperar distinto resultado?
Una buena parte de ecuatorianas y ecuatorianos, por no decir la mayoría, hoy ha dicho: “presidente Lasso: rectifique, pero ya”, y también: “presidente Lasso: vuelva a la forma de gobierno de la campaña de segunda vuelta, especialmente”. De paso, ¿Él se ha preguntado qué sentimos como gobernadas y gobernados? Y sigo: ¿Qué sentirá él cuando parte de quienes ya no están al interior de su círculo cercano, hoy guardan silencio ante el momento de dificultad que atraviesa? ¿Circula por su cerebro que se equivocó al confiar en quien no debía? ¿Se obstina por creer que quienes ya no están eran buenos elementos y fue la presión ciudadana la cual lo forzó a pedir a quienes aprecia, que renuncien? ¿Qué sentirá al ser testigo de lo que atraviesan aquellas autoridades electas que en las urnas no obtuvieron la victoria y que hoy su equipo de confianza se ha ido? Solo son preguntas.
Ahora entiendo por qué el ejercicio de un cargo nacional es desgastante. Pero, como dice mi Madre: “Si te metiste a ser soldado, ahora tienes que aprender (aunque desconozco hasta qué punto la nación está dispuesta a que una persona que les representa vaya al cargo a aprender, y no ha liderar y resolver las problemáticas que mayormente pesan y que hace “ratón miguelón” siguen pendientes”.
Bonus track: son lecciones para nuestras autoridades electas. Dos pecados que les exhorto no cometer: ni cerrarse a quienes se les acercan con buena intención para colaborar con la ciudad, y que justifican su deseo con su expediente cargado de ética, méritos y trayectoria, por únicamente dar oídos a quienes les han acompañado tanto en campaña así como tiempo antes. Ni tampoco únicamente conformar su equipo de trabajo con personas que son “de su confianza”. Deseo ser esperanzador y alejarme del pesimismo, pero lamentablemente ya he notado a ciertas autoridades entrantes con leves ‘aires’ de esos que ya conocemos. La invitación es a mirar lo que hoy les ocurre a prácticamente todas las autoridades salientes. Señores electos: el poder es efímero. El ejercicio del cargo es circula, no para siempre. Que su discurso, más que letras que se las puede llevar el viento, sea su práctica diaria. La prepotencia, el ego con rasgos patológicos, el sectarismo y el desoir al Mandante lo que crea es que quienes les elijieron les expresen, tiempo después en las urnas: “Tuvo la oportunidad y solo fue ‘bla-bla-bla’. Váyase a su casa”.