Son dos relatos antagónicos sobre el país porque son formulados desde distintas condiciones y posiciones sociales. El enunciado por la Revolución Ciudadana habla de la “década ganada”. El declarado desde la perspectiva de los banqueros y el gran empresariado, en cambio, habla del “mal manejo de la economía” y del “modelo fracasado”.
No hay cifra que valga, ni fuente con suficiente legitimidad que lo contradiga. Aunque la Cepal, el FMI o el BCE sostengan que se está superando la recesión y se proyecte un leve crecimiento económico en el 2017, o que el Center for Economic and Politic Research recupere el concepto de “década ganada” y diagnostique que han sido las adecuadas políticas económicas y sociales las que han llevado a ello, además de haber permitido enfrentar con éxito los choques externos; o que políticos tan en las antípodas como el colombiano Juan Manuel Santos o el griego Yanis Varoufakis destaquen el buen manejo económico de la Revolución Ciudadana, la extrema derecha ecuatoriana seguirá obsesionada en sus trece, lapidando el manejo y el modelo.
Y es lógico. Mientras para la mayoría de nosotros/as, los 90, pero sobre todo 1999, fueron años de brutal empobrecimiento, para ellos, en cambio, fueron de grandioso enriquecimiento. Fueron su “década ganada”. Qué furia tendrán con la Revolución Ciudadana que no les permitió ganar billones con la reciente bonanza petrolera y, sobre todo, que tomó decisiones con una relativa autonomía priorizando el ser humano, el bien común, los más pobres, el futuro del país, muy lejos de sus expectativas.
¡Paparruchadas! Qué década ganada. Década pérdida, desperdiciada. Por eso, ahora directamente al potro a recuperar el paraíso perdido en 2007. Sin intermediarios.
De ahí nace la idea del “cambio”, pero no según la definición de “acción de cambiar”, transformar o modificar algo, sino como “dinero que se devuelve al comprador cuando se entrega una cantidad superior al importe”. Es decir, cambio como “vuelto”. Eso es justamente lo que quiere la oligarquía y su candidato banquero: que la sociedad les dé el vuelto, que les devuelva la plata, los “muchos impuestos” exigidos por esta “pésima política económica”. En coherencia con ello, Lasso propone eliminar o reducir 14 impuestos con un “vuelto” de más de US$ 3 mil millones, como abrebocas de su contrarreforma económica. El menú sostenido se lo guarda como as en la manga, oculto en el discurso de la estafa.
El “cambio” como “vuelto” a cobrarnos, constituiría, en todo caso, el movimiento del cangrejo: el retroceso al paraíso perdido de la minoría oligárquica y el infierno para la mayoría. El desafío de Lenín Moreno consiste, justamente, en visibilizar este contraste rememorando ese nefasto pasado, pero, sobre todo, visualizando el esperanzador futuro que la Revolución Ciudadana le ofrece seguir construyendo al pueblo ecuatoriano con su activa participación. (O)