Seguir las vicisitudes de lo ocurrido en las últimas semanas en el CNE nos confunde y nos deja perplejos. Es difícil entender desde la opinión pública, por más que se esfuerce en informarse y seguir a detalle los hechos, encontrar una explicación coherente de lo ocurrido. Tampoco desde el propio organismo se ha explicado a la ciudadanía por qué se elige una directiva y a la semana siguiente otra, por qué se principaliza a unas vocales y no a otras que tienen mayor puntaje, por qué apenas principalizada una vocal renuncia intempestivamente luego de serios cuestionamientos que se dieron en el propio proceso de concurso.
La corresponsabilidad de esta gran confusión ocurrió en el propio proceso de selección organizado por una comisión designada por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Hubo muchos cuestionamientos, que se han hecho públicos, a este proceso. Particularmente la activista de los grupos de equidad de género Solanda Goyes afirma haber sido perjudicada en la fase de calificación de méritos y ahora nuevamente en torno a su principalización como vocal. Tampoco la Asamblea Nacional, que posesionó a los vocales, ha dicho mayor cosa.
Hoy, las recientes autoridades del CNE nos dicen que es necesario ‘virar la página’. ¿Virar la página? Esta propuesta parece como cuando luego de un conflicto de pareja se propone esta estrategia de la parte causante de la traición, pero ni aun ahí se aplica con éxito. Siempre es necesario esclarecer los hechos, buscar responsabilidades, llegar a acuerdos, respetarlos y de ahí podemos hablar de virar la página. Con más razón si estamos hablando de la institución que tiene a su cargo organizar las próximas elecciones que van a marcar la senda de nuestro país. Si en algún organismo de un régimen democrático tiene que imperar la transparencia y nitidez, es en este, pues de aquí se deriva el resto de la institucionalidad democrática.
Sobre el historial del CNE ya pesa un hecho bochornoso, la negación de consulta popular acerca de la explotación del Yasuní, que agrupó a un colectivo ciudadano esperanzado de los nuevos mecanismos participativos que se promovían en el país.
Pero nos dimos con la piedra en los dientes, el resultado fue que se anularon firmas alegando motivos de muy dudosa justificación. Hoy, la renovación parcial de las autoridades del CNE genera estos nuevos cuestionamientos.
Alexis de Tocqueville, estudioso de la democracia, luego de su viaje por Estados Unidos, elaboró el concepto de la tiranía de la mayoría. Esto significa que el número, es decir cuántos son, se impone sobre los procedimientos, o el respeto a los otros y particularmente las minorías, es decir implica el poder ilimitado para la mayoría. Aplicar a todo el principio del número como ocurre en la Asamblea, en el CNE, en el Consejo de Participación y todos los otros organismos, no nos está convirtiendo necesariamente en una sociedad más democrática. La democracia puede ser la base de la libertad o de la tiranía, según nos alertaba Tocqueville.