Hay nombres vinculados trágicamente a acciones que se borran en la frágil memoria, lo que es una deficiencia humana muy generalizada, tanto que ahora esa pérdida de los recuerdos se la asume o asocia con la enfermedad denominada Alzheimer que, como lo dijo una tal Sharon, es una dolencia transexual, porque se enamora de personas de los 2 sexos conocidos.
Eso había pasado con el nombre de un febrescorderista famoso, peligroso personaje, Gustavo Lemus, a quien se había atribuido, con o sin suficientes pruebas, porque nunca se lo ha condenado, el rol de organizador y manejo de los crímenes de Estado que se cometieron en esa tenebrosa época, como por ejemplo el asesinato y desaparición de los hermanos Restrepo, la muerte de Nahim Isaías y sus secuestradores, la golpiza a un diputado socialista y otras olvidadas turbias situaciones vinculadas con sangre humana de por medio.
Autoexiliado en Miami para echar tierra sobre las acusaciones en su contra, sólo se sabe que frecuenta a la gusanera anticubana y que es el agente promocional de Lucio Gutiérrez, a quien hace invitar a reuniones conspirativas promocionadas por agentes de la CIA.
En la prensa ecuatoriana se informó que había formado parte de un grupúsculo que invadió el Consulado de Ecuador en Miami la mañana del famoso 30 de septiembre, evidenciando que había conexión entre los organizadores del golpe de Estado.
Y su última aparición pública es en Washington, junto a los chicos defensores de la libertad de calumniar y difamar en los medios privados, politiqueros disfrazados de periodistas.
Ahora el tal Lemus también debe ser uno de esos periodistas graduado en los cursos rápidos que promueve el capo Montaner, y como tal, un defensor de la libertad de torturar y evadir a través del exilio su responsabilidad pendiente ante la justicia, promoviendo la violación a la prohibición de olvidar.
Asustados los promotores de la intervención de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, pretendieron marginar a Lemus y desconocerlo, preguntando ¡qué Lemus!, como que nunca supieron de sus andanzas en la época de Febres Cordero.
Para justificar la presencia del personaje, sus amigos vergonzantes dicen que es funcionario del Banco del Pacífico en Miami, lo que no quita ni pone responsabilidad de que se aplique la aseveración popular de que “Dios los cría y Satanás los junta”. Cuando el diablo junta, se supone cual es la motivación.