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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Qué le resta a SUMA?

21 de agosto de 2016

Sin caer en pronósticos fatalistas, ¿a SUMA le queda desaparecer, reinventarse, evaluar qué mismo quiere o definitivamente pedir disculpas a todo el país? ¿Es un partido o una organización estructurada con base en unos sentidos de la política? No es un partido. Fue (aunque muchos lo negaron) una empresa electoral, con un par de hermanos y unos cuantos financistas con cierta ambición no sabemos si solo política, que a la larga han colocado a esa empresa en el lugar que le correspondió desde el principio.

Cuesta decirlo, pero es cierto. Guillermo Celi no sabe qué cara poner cuando habla de su organización como si fuese un partido o algo parecido. Ahora se les ha ido nada más ni nada menos que la vicealcaldesa, Daniela Chacón. Dirán que era una “pieza clave”, la figura “heredera” de Mauricio. Ni lo uno ni lo otro ni viceversa. Ya antes, la concejal Ivone von Lipkke hizo su parte y sigue siendo un “ruido” para SUMA. Ella ha pronunciado más de una palabra gruesa y ha hecho algunas denuncias que en la prensa municipalista tienen nulo asidero.  

 La misma alianza SUMA-VIVE tenía los días contados desde su nacimiento. Y se demoraron demasiado en lavarse los trapos sucios en público. Algunas cosas quedaron sueltas por ahí, como aquello de la existencia de una empresa en Centroamérica donde se arreglarían los contratos; como aquello de que nada se firmaba si antes, cada martes, en la casa de uno de los dos hermanos, no se revisaban los papeles para determinar cómo y cuánto les tocaba. De todo eso se habló antes de cumplir el primer año. Nada se ha comprobado. Y para terminar, la misma vicealcaldesa Chacón “denunció” la supuesta solución vial Guayasamín. Pero también hay una larga lista de hechos denunciados por EL TELÉGRAFO que nunca tuvieron eco entre los que actualmente resultan ser hipercríticos de la gestión municipal de Mauricio Rodas.

¿Qué dicen ahora dos diarios quiteños que  acolitaron (y lo siguen haciendo) al alcalde en estos dos años? ¿Qué pueden decir a su favor dos radiodifusores muy solícitos con el burgomaestre al que recibían como si fuese el mejor político de la historia? ¿Dónde podrán meter la cabeza esas dos periodistas que reciben contratos del mismo Municipio y tienen programas de radio y televisión donde se precian de independientes? ¿Qué pueden defender esos periodistas cuencanos que le apoyan desde una quiteñidad mal entendida y su cargo municipal?

Más allá de todo eso, que no es poca cosa porque están en juego el destino y el prestigio de la capital de los ecuatorianos, el futuro de SUMA es triste y, por qué no decirlo, de pronóstico reservado.

No sé cómo compone las frases en su cabeza don Guillermo Celi para sustentar y defender lo imposible. Habla desde la misma moralidad de su líder máximo como si por ahí pasara la política. Explica lo inexplicable y como no acepta entrevistas con medios ni periodistas que sí podrían hacerle preguntas concretas, sin remilgos y sin rabo de paja, cree que puede decir cualquier cosa.   

Como SUMA no es una organización política es evidente que ha perdido apoyos, figuras de supuesta trayectoria y hasta a esos concejales (el único asambleísta que tuvieron se les fue en el primer arranque de vanidad y de individualismo) que lucían agenciosos ante toda orden propagandística de algo que no supo explicarse desde la real lógica política. El mismísimo Jaime Durán Barba lo dijo: el líder de SUMA apenas conocía la ciudad. Y sin quererlo dijo también que de política apenas si supo aprovechar el momento y recaudar los apoyos mediáticos, financieros, corporativos de una oposición cargada de odio que no miró las consecuencias de colocar en cierto pedestal a una supuesta organización que para Quito y el Ecuador significan muy poco y aportan nada a su dinámica democrática.

¿SUMA no es de derecha ni de izquierda? ¿Qué es entonces? Eso, nada más ni nada menos que una empresa electoral. Por curiosidad entren a su página web: www.suma.ec y observen el acervo ideológico, programático, de principios y de construcción partidista que, supuestamente, ofrece. Si algún investigador flacsiano, de Europa o de cualquier parte del mundo quisiera saber cómo piensa la organización que llevó a la alcaldía de Quito a su líder podría descubrir que lo hizo gastando una broma de pésimo gusto para sustentar la obra cumbre de José Ingenieros.

SUMA es una más de esas tantas empresas electorales, como aquella que llevó a la primera mujer a la vicepresidencia del Ecuador. Y quizá también sea la expresión real del comportamiento de ciertas élites quiteñas irresponsables, de la actitud arrogante de algunos periodistas y medios, pero también de la “viveza criolla” de unos señores que engañaron a otros para crear una supuesta organización, pasar el sombrero y figurar en el muro de los prohombres que le ganaron al “partido-Estado”.  Gracias a estos fenómenos también es bueno entender a nuestro país y sus múltiples complejidades.

Lástima por quienes se afiliaron pensando que surgía el líder y la organización de derecha renovada, lejana a los socialcristianos y democratacristianos, muy distinta a la hasta hace poco extinta socialdemocracia. Fueron todos engañados, sin duda alguna. Lástima también por ellos que no fueron rigurosos ni leyeron a tiempo los signos de la política o de la cero política que encarnaba esta supuesta organización partidaria.

¿Será por todo eso que ni Jaime Nebot ni Ramiro González y mucho menos Guillermo Lasso contestan ya las llamadas del ‘líder’ de SUMA? (O)

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