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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

¿Qué está mal con la macroeconomía?

19 de noviembre de 2015

Tenemos un gran debate nacional sobre la crisis económica y se teoriza sobre lo que se hizo bien y mal y lo que no se hizo. Pero como dicen en mi pueblo: “No me cuentes el parto, enséñame al bebé”; muy poco o nada se discute sobre lo que se debe hacer para superar esta incierta situación económica.

Alrededor de 2010, a continuación de la crisis financiera mundial, muchos países desarrollaron significativos déficits fiscales, y el nuestro no fue la excepción. Hubo un vuelco mundial hacia la austeridad, pues los economistas animaban a los gobiernos a cortar el gasto e incrementar los impuestos para evitar convertirse en otra Grecia. En junio 2010, Oliver Blanchard, jefe de Economía del Fondo Monetario Internacional (FMI), y Carlo Cottarelli, su director de Asuntos Fiscales, escribieron un sugerente artículo titulado: ‘Los diez mandamientos para ajuste fiscal en economías avanzadas’.

Aparentemente esta iluminación de economía divina no estaba escrita para nuestros entornos, lo cual fue una bendición. En 2011, Paul Krugman, economista norteamericano, profesor de la Universidad de Nueva York, anotaba que Blanchard estaba de pronto “sugiriendo  severos programas de austeridad que son literalmente autodestructivos, dañando tanto la economía así como generando peores prospectos fiscales”.

Para 2012 los países que introdujeron significativa austeridad sufrieron económicamente. Blanchard emitió una aparente disculpa reconociendo que ahora el FMI considera que masivamente subestimó el daño que el corte en gastos infringió en las economías débiles. Por otra parte, para Blanchard, la desigualdad era también un tema central del desarrollo macroeconómico que provocaba detrimento en el crecimiento sostenido. De esta manera, mientras los efectos de la crisis financiera disminuían lentamente, el crecimiento de la desigualdad económica dominaba la escena. Y a pesar de ser percibida durante mucho tiempo, parecía que no tenía serias implicaciones macroeconómicas.

Es evidente que, con estos criterios, la corriente principal macroeconómica dio por sentado al sistema financiero, sin importar lo que hacían los voraces chicos de Wall Street, manteniendo solamente débiles y viciadas ecuaciones arbitrales. Esto está tremendamente equivocado, como ya nos hemos dado cuenta.

La crisis financiera ha originado una potencial crisis existencial para la macroeconomía. La práctica macro está basada en la asunción que hay unas relativamente estables relaciones de los agregados económicos, de tal manera que no hay necesidad de seguir a cada individuo, firma o institución financiera. Pero nos percatamos de que estos detalles micro importan y que los mismos agregados pueden esconder serios problemas macro. Es por eso que algunas viejas tendencias económicas están siendo actualizadas. Propuestas que fueron consideradas anatemas son ahora seriamente consideradas, como el financiamiento monetario del déficit fiscal, igualmente se cuestiona la separación entre los ciclos y tendencias económicas, así como la visión de un mundo estacionario alrededor de una tendencia.

Finalmente, hay un giro para alejarse de la influencia de los mercados e ir hacia la intervención gubernamental con prudentes herramientas macro, control de los capitales, etc. Muchos macroeconomistas están sólidos en este segundo mejor mundo. Pero es un cambio que sucede torciendo lo tradicional, por lo cual genera escepticismo acerca de la eficiencia de la intervención gubernamental. (O)

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