Hay palabras y oraciones que por asuntos coyunturales se vuelven comunes y parecen ser entendidas por su obviedad, pero contienen en realidad complejidades. En los últimos días, diversos voceros hablan a través de los medios y redes sociales de Ecuador acerca del “juicio político”, sin mucha reflexión. Preguntamos, entonces, ¿Qué es un juicio político?
En perspectiva, un juicio es una valoración a partir de principios legales o morales. El juicio busca establecer si se produjo una acción que transgredió la ley o los parámetros morales, a partir de lo que una sociedad define como bueno o malo. Los elementos generales de un juicio tienen que ver con el traspaso de los límites que definen el bien y lo legal.
Más complejo es establecer lo que es un “juicio político”. Para ello es necesario distinguir el ámbito de la política, que no es otra cosa que las acciones dentro del espacio público, reguladas por el orden jurídico - institucional. Se dice que la política es democrática porque mediante procesos de votación se equilibra el poder de las funciones, entre mayorías y minorías, dentro de un menú restringido de organizaciones electorales, que congregan a pocos.
El juicio político busca determinar si un actor o un grupo de actores políticos transgredieron el orden jurídico y los principios del juego político. Ese juicio, dentro de un Estado democrático, lo realizan los integrantes de la función legislativa, debido a que, según un acuerdo, esa asamblea representa a la pluralidad ideológica del “pueblo”.
En las democracias decadentes actuales, eso no parece posible, porque los procesos electorales, aunque determinan mayorías y minorías, ya no reflejan la complejidad de la sociedad ni la representan. Y, porque en varios países, no existen organizaciones ni partidos políticos ideológicos, sino corporaciones electorales que reflejan las estructuras de poder.
Descartando el manojo teórico y conectando con la realidad, salvando excepciones, un juicio político es finalmente un enfrentamiento y correlación de fuerzas que se enfrentan para controlar el poder de un Estado, con fines específicos, que en muchos casos reflejan intereses de grupos dirigentes, estamentos o “clases” sociales. A veces conviene preguntarse, cuáles son los grupos de poder que se enfrentan, por qué intereses y razones miden fuerzas. Y qué hay detrás del telón.