Algunos, como Alberto Acosta y Gustavo Larrea, integraron el gabinete inaugural de la Revolución Ciudadana. Otros, como César Rodríguez, se subieron corriendo al carro legislativo con su discurso lambón a favor del cambio y en defensa de su líder, el Presidente. Más hábil resultó Paúl Carrasco, que de las filas socialdemócratas saltó a Alianza PAIS para asegurar su reelección a la Prefectura del Azuay.
Logrados sus respectivos objetivos, se alejaron de la línea oficial, unos porque no dieron la talla al momento de tomar decisiones, como el Eco. Acosta, que prefirió hacerse a un lado ante el peligro de naufragio de la Asamblea en Montecristi. Larrea tenía su propia agenda promocional en busca de una candidatura presidencial; pero frente el firme liderazgo de Correa, se retiró bonitamente a buscar en otro lado quien le envuelva. A Rodríguez le engatusó la derecha con la oferta de presidenciable legislativo. El “rato de la hora” le dejaron con un palmo de narices. El Paulito en cambio resultó el más vivo de todos, pues, aunque parezca chiste, ha logrado que en la marcha opositora se proclame su nombre para Presidente.
Humberto Cholango, líder de turno de la Conaie, al ser consultado sobre esa ambición presidencial, se mostró molesto y sorprendido, dejando al morlaquito vestido y alborotado. Además, ¿qué dirá la cúpula opositora integrada por Lucio, los Roldós, los Acosta y Larrea, Carlos Vera, el Serrucho Junior, la Junta Cívica, Guillermo Lasso, la Tibán, Shalva Quizhpi, el Caín, el Oswaldo Hurtado?, frente el hecho de que el Prefecto azuayo se les haya adelantado con su autoproclamación, ¿o será que, ante la orfandad de cuadros presentables, se han resignado a optar por él, apostando a su innata habilidad para cambiarse de bando? Solo que de entrada tendrá que arreglar su discurso, pues hace un año nomás defendía la actividad minera como la forma idónea para salir de pobrezas y hoy olímpicamente le dice “no” a esa misma minería.
Qué coincidencia, compartieron la gestión de este Gobierno y se los vio muy radicales y comprometidos, mintiendo siquiera. Tal vez sus ínfulas caudillistas contrastaron con el firme liderazgo del Primer Mandatario, y dijeron para sus adentros: “más vale cabeza de ratón que cola de león” y se fueron por los desprestigiados caminos de la partidocracia disfrazada de movimientos sociales, como si sus bases fueran reaccionarias. César Rodríguez está quedando de nuevo muy mal por el apuro de proclamar a su pana Paulito, sin haber consultado con la trinca, digo con la directiva. Torre de Babel cargada de “estrellas” que van de la mediocridad al oportunismo, pasando por la traición, el odio y la amargura de haber perdido sus parcelas de poder en el viejo país del tronchismo y el reparto entre cúpulas de la oligarquía reaccionaria, enemiga del más mínimo cambio.
Si bien las encuestas tienen un valor relativo, no obstante muestran la tendencia mayoritaria por la reelección del actual Mandatario.
Pueda ser que los jerarcas de la derecha le manden al matadero al Paulito, sabiendo que no tienen otra opción, pero al menos este agregaría a su vanidoso currículo el haber sido candidato presidencial y nada menos que frente a Correa. Sería su único consuelo…