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El Telégrafo
José Vales

Lo que “mata” es el chat

26 de julio de 2019

Ricardo Rosselló, hasta hace algunas horas, gobernador de Puerto Rico, es la última víctima. Donald Trump tiene la costumbre de anunciar sus peores decisiones a través de las redes (anti) sociales y el Terminator del subdesarrollo, en el que se ha transformado el brasileño, abusa de ellas, para mejorar sus dotes actorales y terminar de redondear el personaje del que los brasileños comienzan ya a aburrirse, porque la economía, allí donde se mezclan la verdad y la realidad, no termina de levantar.

Homofobia, ataque a los inmigrantes, descalificaciones a los rivales políticos, son la materia prima de esos chats que estos mandatarios dejan para que los historiadores puedan entender la decadencia cultural y ética de estos tiempos. Nunca una idea transformadora, ni una propuesta en busca de consensos urgentes. No.

A Rosselló lo terminó venciendo una pueblada inimaginable, cuando trascendieron los mensajes en donde no perdonó ni la sexualidad de Ricky Martin. Justo por los chats, el arma preferida de los gobernantes de esta era. Por ejemplo, hombres cercanos al presidente argentino Mauricio Macri -cada vez más imbuido en el personaje de Míster Gardiner (Desde el Jardín, la genial obra de Jerzy Kozinski)- repiten en privado a quien quiera oírlo que la próxima elección presidencial “la ganamos por Instagram”.

Privilegian el chat y las redes, allí donde la riqueza de los idiomas languidece y donde todo, todo, es virtual, reduciendo el contacto cara a cara con el otro. En este caso, la sociedad. Y es que la vida en Instagram y en las redes está a años luz de diferencia con la realidad. Por eso, Rosselló parece haber conseguido lo imposible.

De su involución casi genera una revolución. Ahora, fuera del poder, se transformó en una advertencia para otros gobernantes y colegas, que deberán tomar recaudos. Moderar por el teclado de sus teléfonos cual Míster Gardiner de esta tragicomedia y sumergirse en la realidad. Esa que amenaza con reducirlos a personajes olvidables de la historia. (O)

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