Indignación y repulsa causan las expresiones que constantemente se hacen con desparpajo y cinismo, sin ninguna comprensión de su significado y alcance, palabras que se repiten como si se tratara de lanzar piedras a mansalva, sin discreción ni pertinencia. Libertad, igualdad, pueblo y derechos humanos son algunos términos que se confunden a conveniencia, o lo que es peor, no se entienden por ignorancia.
La libertad ha sido prostituida hasta el punto de constituir el pretexto perfecto que utilizan los grupos organizados para la violencia, listos para perpetrar, caotizar y afectar a una desmovilizada mayoría de gente que está ocupada en el día a día, lejos de las agendas políticas, más bien enfocada en la agenda de la sobrevivencia y el trabajo.
Si señor Iza, me refiero a sus virulentas y agresivas intervenciones públicas, en las que rompe, amenaza, ordena, dictamina y sentencia con la prepotencia propia de los tiranuelos, habla en singular como si la organización que dice representar fuera de su propiedad. Se refiere siempre al “proyecto político” disfrazándolo de un anhelo colectivo, cuando es claro que el proyecto político es suyo y de su círculo de asesores mestizos camuflados en una ideología que, a todas luces, solo ha funcionado para sacar de la pobreza, exclusivamente a la dirigencia y sus familias.
Entre los premios que otorga la libertad, ciertamente están los de expresar libremente la opinión política, religiosa o de cualquier índole, sin que ello suponga la afectación a los demás, con toda razón el dramaturgo inglés Tom Stoppard afirma que “la libertad es que, se me permita cantar en mi baño tan alto, como para no interferir con la libertad de mi vecino, para que él, pueda cantar una melodía diferente en el suyo”, concepto simple y grande, tanto como una catedral.
Igualdad es el otro término que ha sido un verdadero caballo de batalla de la progresía, sin reparar en la evidente desigualdad que han generado las revoluciones en el mundo. En Cuba, Venezuela o Nicaragua, por ejemplo, ser militar o intelectual revolucionario, implica pertenecer a una élite que tiene privilegios como vivienda propia, agua potable, luz eléctrica y demás servicios básicos (a determinadas horas), y por supuesto cuentas de las cúpulas (Castros, Maduros, Ortegas…) en paraísos fiscales, mientras sus naciones sufren lo indecible.
La defensa, promoción y reivindicación de los derechos humanos no puede ser selectiva y responder a criterios sesgados, debe conjugar los más altos conceptos de pluralidad y respeto para todas las personas, independientemente de su tendencia, tal como dice la Carta de Naciones Unidas de 1945, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión, ya basta de noveleros y parásitos que han convertido a esta noble actividad en su modus vivendi, si bien es cierto no son todos, pero todavía quedan por ahí quienes con el cuento de defensores y activistas, lo hacen solo en beneficio de delincuentes y mal vivientes, en desmedro del indispensable ordenamiento social y jurídico de la nación.
El pueblo y su bienestar está lejos de las aspiraciones de los grupos violentos, para ellos es una entelequia inservible que, solo se utiliza en época de elecciones para aplaudir los discursos de barricada con miras a saciar su apetito de poder, en otras ocasiones para poner los muertos y defender sus protervos intereses y desde luego, iniciada la “lucha”, también para extorsionar en nombre del pueblo y someter a comerciantes que no apoyan, multar o restringir el derecho al agua, a sus hermanos y compañeros que no asisten a las manifestaciones convocadas por el consejo ampliado.
La anunciada movilización indígena del próximo miércoles 8 de marzo no es más que un soterrado intento de manipular, a su conveniencia, la justa lucha de las mujeres, evidentemente se trata de otra demostración de violencia contra ellas y en realidad, en contra del país entero.
Leonidas Iza quiere tumbar al gobierno y pretende irrumpir violentamente, su pasión por destruir está probada, su incapacidad por crear, unificar y construir también, la pregunta del día después de Lasso, supuesta y no consentida surge de inmediato: ¿y ahora quién?
Mientras tanto en la Asamblea Nacional se analiza y resuelve sobre un contrahecho informe de investigación, efectuado por una comisión de insensatos dignos de una trepanación. Insisto en la propuesta de hace algún tiempo, sobre la construcción de un monumento a la inteligencia en los alrededores del parlamento, así demostramos fehacientemente que esa característica humana, está fuera del recinto legislativo.