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El Telégrafo
Juan Francisco Román

Un proteccionismo mentiroso

15 de marzo de 2022

Hemos escuchado en el pleno de la Asamblea Nacional el discurso desgastado de quienes defienden a ultranza de desencanto respecto al ingreso de capitales externos y empresas multinacionales al Ecuador, pues según este discurso, las empresas enormes y globales van a crear una competencia en desventaja con las pequeñas y medianas. ¡Qué inutilidad mental!

Pero en la vida real, esa que vivimos los que, si hacemos, si arriesgamos, si nos endeudamos y si creamos trabajo, es falso. En la competencia real del mercado una empresa pequeña o mediana no compite con los grandes, pues la lógica es que los medianos y pequeños provean de bienes y servicios a los grandes, enormes para cubrir con sus necesidades y así brindar un producto mejor.

Ahora, no es menos cierto que los pequeños y medianos empresarios si necesitan de mayor capacidad de ayuda del Estado para que no se hundan, pues es evidente que el músculo financiero es bajo y corto cuando se inicia una empresa, por lo tanto, no es la competencia de grandes y enormes empresas el problema, sino es la capacidad de sobrevivir hasta llegar a flote de los que recién salen.

En este sentido, se produce un debate poco técnico, con casi nada de información y realmente espeluznante por parte de nuestros “padres de la patria” que, poniendo a los menos favorecidos del mercado real como un escudo, quieren mantener al Ecuador aislado de la competencia global que avanza a pasos agigantados, que atrae, que crea y que da trabajo.

Me pregunto si ustedes, alguna vez, en las grandes marcas ecuatorianas que dan bienes y servicios han visto algún tipo de innovación para atenderlos mejor. Si se dan cuenta, es tal la comodidad de las empresas lideres en los mercados ecuatorianos que no se han dignado en cambiar una percha, un color, menos aún bajar un centavo en sus precios. Eso sí, jamás varía el ranking empresarial, siempre los mismos.

Es tan evidente que ni uniendo todos los micros, pequeños y medianos “competidores” pueden ni hacerle calor a los grandes empresarios, que no son más de 1% de las empresas registradas y concentran más del 85% de la venta total en el país. Esa comodidad se llama hegemonía de mercado, es el poder sobre el mismo, sobre todos. Entonces, a un titán solo lo hiere otro de similares características, lo siento, pero así funciona el mundo, por más que quieran seguir creyendo en arcoíris y unicornios pintados por los mismos de siempre.

Tuvimos un grave problema de precios en aerolíneas, pocas, casi ninguna que creaba esta competencia necesaria; ahora, con criterio, mucho trabajo y estrategia, se han creado nuevas aerolíneas ecuatorianas y hasta han entrado otras extranjeras, por eso ya no pagan por un pasaje a Quito – Guayaquil más de doscientos dólares, el valor real y actual es de cincuenta y ocho o menos. Eso es el resultado de dejar que los enormes peleen, pues inventan nuevas formas de hacer lo inaccesible, accesible, para todos.

Escuchaba el debate de la ley de inversiones propuesta por el gobierno, las posiciones de la política, y es tan evidente la defensa de las grandes empresas con un discurso de los que asumen están defendiendo a los pequeños y medianos. ¡No queremos que entren los grandes capitales! ¡No queremos que se baje nada!, decían con espuma en la boca. Y sí, no permitirlos entrar solo salvaguarda a los titanes, pero de los pequeños, deberán seguir secuestrados por la hegemonía impuesta, vendiendo a lo que los únicos dos enormes les compren. Eso es insensato, injusto, y sin sentido (bueno, tiene sentido para quién lucra de esto).

Sí, también estoy de acuerdo en que debemos discutir esta ley, debemos pensar bien en los pequeños, arriesgarnos a obligar a que los capitales globales entren, den sus servicios y productos y nos compren acá, a los que están esperando más clientes. Eso sí debe pasar, pero para eso, se debe discutir con sentido de país, con sentido de realidad y con conocimiento de lo que padece el emprendedor ecuatoriano, y esa tarea sigue pendiente de una Asamblea Nacional, que está concentrada en la producción de “correas” y la quemas de “lassos”.

Cerrar el Ecuador al mundo no es negocio; regular la entrada del mundo al país es necesario. El ecuatoriano promedio no quiere que le regalen nada, quiere trabajar, quieren inventar, quiere pintar y bordar, quiere construir y hacer todo lo que puede hacer. Y como lo hemos visto durante años, el espacio de los primeros puestos de empresas y empresarios, solo están reservados para dos que tres apellidos, dos que tres marcas y eso, queridos lectores, es lo más injusto que podemos sentir.

Para trabajar hay que invertir, para crecer hay que competir, para mejorar, siempre se debe arriesgar. Que no nos duerman con cuentos de hadas.

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