El hombre, capaz de crear vehículos para la conquista del espacio, a menudo no se entiende con su vecino del barrio, con sus compañeros de trabajo y consigo mismo. Alrededor del 80% de los problemas serios que aquejan a las organizaciones modernas se refiere al factor humano. Por otra parte, las ciencias tecnológicas se han desarrollado mucho más rápido que las que estudian a las personas. Sufrimos un desequilibrio desastroso entre la tecnología y las ciencias humanas.
En nuestro país, con graves problemas de marginación, corrupción, delincuencia y desorganización atávica, la necesidad de actitudes humanistas es más apremiante. Contamos con inmensos recursos climatológicos, agrícolas, minerales, forestales, marinos, etc., y sin embargo estamos entre los países subdesarrollados. Es una paradoja viviente, la clave está en que somos suborganizados, subadministrados y subeducados. Nuestros grandes problemas son las fallas humanas.
Por fortuna en los últimos años, con el impulso desplegado por el Gobierno actual, nuestra sociedad reacciona y se preocupa por desarrollar en forma racional el capital humano en todos sus niveles. Surgen por todas partes programas de capacitación humanista para que cada quien se responsabilice de su destino, se abra a la colaboración, cuestione sus metas, aclare sus objetivos y los de sus empresas, comprenda y acepte a la gente y libere sus capacidades.
No son aprendizajes convencionales predeterminados por una escuela o un maestro, sino aprendizaje vivo, significativo, que origine cambios interiores y se reflejen en nuevos patrones de conductas. La tarea es enorme y el reto será abrumador, pero no imposible.
A propósito, caben destacar los últimos éxitos en materia deportiva alcanzados por nuestras selecciones de fútbol, en las categorías juveniles y prejuveniles, que son resultado de procesos formativos y educativos sustentados durante la última década. Se apostó por una nueva generación de jóvenes futbolistas con grandes talentos y habilidades que han sido aprovechadas y pulidas por excelentes entrenadores y preparadores físicos ecuatorianos, prueba de ello es que, en ambas clasificaciones mundialistas, nuestros chicos han sido dirigidos por directores técnicos nacionales.
Esto demuestra que con mucha dedicación, empeño, un trabajo planificado y directrices claras se pueden conseguir grandes derroteros. Sí se pudo y siempre se podrá. Felicitaciones a nuestra juventud emprendedora y exitosa.