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El Telégrafo

Primavera española

21 de mayo de 2011

Lentamente y cada vez con mayor caudal hasta convertirse en marea humana, la plaza fue llenándose. Quienes venían eran mayoritariamente jóvenes menores de 30 años. Eufóricos y rabiosos, insistentemente manifestaban su inconformidad con el orden político vigente y exigían cambios urgentes. No se trató de una más de las manifestaciones que se dan en el norte africano y que ya han echado abajo dos gobiernos. El escenario fue la emblemática Puerta del Sol en Madrid y se cumplió el  domingo 15 de mayo.

¿Qué arrancó de sus casas a jóvenes del primer mundo que comparten un continente próspero? La crisis que se desencadenó en 2009 ha provocado ruidosas manifestaciones en Grecia, Portugal, Francia y la propia España, pero sus protagonistas eran, sobre todo, trabajadores en paro y políticos inconformes con el recetario impuesto por el FMI a sus países; los jóvenes eran la minoría.

Ese domingo, a través del “Face” y el Twitter, la juventud madrileña se autoconvocó y empezó a protestar. El panorama que les ofrece esa España que se maneja con un bipartidismo que comparte el neoliberalismo y sus medidas: flexibilización laboral, congelamiento de los salarios, privatización de las principales esferas de la economía, deja poco margen a la esperanza. El desempleo, que en el país sobrepasa el 20%, entre los jóvenes alcanza un espantoso 45%. Las posibilidades de acceder a una carrera universitaria se dificultan. Conseguir una vivienda es casi imposible. Ellos opinan que la corrupción se ha extendido a amplios ámbitos de la gestión gubernativa ejercida por los dos partidos.

El ingreso a la Unión Europea estuvo lleno de expectativas que aparentemente pusieron al alcance de la mano la abundancia. Ciertamente se mantuvieron las desigualdades, más evidentes con la llegada de inmigrantes provenientes del este europeo y de Latinoamérica. La xenofobia brotó entre los jóvenes ante la amenaza del “otro”.  

Cuando la crisis se acentuó,  el FMI exigió el recorte de presupuestos y la aplicación de políticas de concepción neoliberal que, lejos de solucionarla, la acentúan. Los ajustes fueron cada vez más severos. Ante aquello, ninguna respuesta surge de los partidos que se turnan en el poder y aplican similares recetas.

Hace ya muchos años, la voz de Antonio Machado proclamó: “Mas otra España nace/ con un hacha en la mano vengadora/, con esa eterna juventud que se hace/ del pasado macizo de la raza/, España de la rabia y de la idea”.

Ojalá estemos en víspera de ese renacimiento.

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