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El Telégrafo

Prensa con metanol

08 de septiembre de 2011

Intoxicación, pérdida de la conciencia y la memoria, finalmente la muerte. Y como remate, el llanto de los allegados y la carga de nuevas deudas. Todo por culpa del metanol, ese componente fatídico de tales y cuales tragos de consumo popular, utilizados por fabricantes a quienes ciega el resplandor del oro. La macabra cuenta  ya va por los 50 muertos y centenares de intoxicados que sufren y agonizan en distintas partes de este Ecuador convulso, atacado por un alcoholismo de bulto que se inició cuando la sacratísima Compañía de Jesús -la omnipotente orden de los jesuitas- introdujo en estas tierras el cultivo de caña de azúcar y la producción de aguardiente, para lo cual trajo de Europa muchedumbres de esclavos cazados en África.

Si el alcohol metílico es causante de tantas desgracias, los males se multiplican por millones cuando hablamos de la prensa con metanol, de los medios que emplean tóxicos altamente concentrados los cuales son consumidos diariamente por grandes masas, con resultados similares a los de la mentada bebida: pérdida de la conciencia, desmemoria, agonía y muerte. Los ejemplos son incontables; así, cuando las “momias cocteleras”, tipo Ayala Lasso, de nuestra diplomacia fraguaron los acuerdos de paz con Fujimori en plena Casa Blanca ( septiembre/octubre de 1998), los exaltaron como un triunfo del país cuando fue una maniobra yanqui a través del déspota peruano y de Mahuad, el hambreador del pueblo ecuatoriano. Cuando Mahuad decretó el feriado bancario y los banqueros ladrones saquearon al país, los medios hicieron coro a las manifestaciones febrescorderistas a favor de Aspiazu y comparsa.

Cuando el mismo Mahuad entregó la base de Manta por diez años a los criminales de guerra que anida el Pentágono, recibió la exaltación fervorosa de los medios que repitieron y difundieron el cuento de la persecución al narcotráfico. Cuando las fuerzas ocultas del golpismo lanzaron el ataque del 30 de septiembre, con la CIA mediante, los grandes medios alzaron su vocinglería para distorsionar los hechos y proteger a los conspiradores derrotados. Y así por el orden, siempre, todos los días.

Desde luego, la prensa con metanol no es únicamente un mal casero: es una calamidad mundial, como lo hemos visto en las campañas mediáticas para justificar el asalto norteamericano a Irak, Afganistán y otros lares del planeta, donde la destrucción de Libia y el genocidio que la OTAN practica con los libios se encubre tras la mascarada de una “defensa de los derechos humanos” que deja chiquito a Hitler y sus justificaciones para desatar la Segunda Guerra Mundial.

No podía ser de otra manera: la concentración de los medios en los Estados Unidos está vinculada a la existencia de los monopolios financieros e industriales. Basta un ejemplo: la General Electric es dueña de la cadena NBC y al mismo tiempo figura entre los principales contratistas del Pentágono. Metanol, guerra,  muerte, grandes medios,  aquí y dondequiera son un mismo negocio.

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