Es la tercera semana de julio de 2021, la pandemia por COVID-19 persiste, ahora con la variante Delta, más agresiva y contagiosa que otras cepas. Ojalá eso fuera todo, pero no. Cada amanecer un problema nuevo en el gobierno, dependemos del petróleo que a su vez depende del control del virus.
Siguen las cosas, en vez de enfocarnos en sacar el país adelante, gastamos millones de dólares y toneladas de energías para perseguir a los ladrones de la patria, con suerte se recupera uno que otro dólar. Nada comparado con lo que se llevan. La fiscal general amenaza con investigar y revelar pruebas de atracos de gobiernos anteriores, pero pasan las semanas y no ha dicho nada ¿qué se le comió la lengua? ¿Le dejarán hablar algún día? Carlos Pareja Yanuzeli describió a detalle la estructura montada para robar en la Contraloría General del Estado, no puede ser coincidencia que haya una balacera en las cárceles de máxima seguridad al día siguiente. Pasa todo esto al unísono y no decimos nada ¿qué nos pasa?
Soy un ciudadano común y corriente, sin privilegios, me eduqué en centros públicos, privados, religiosos, todo dependía de lo que mis padres podían pagar, parte de mi formación profesional la cursé en universidad estatal. Sé lo que es tener que esforzarse para llegar a fin de mes. Nada me llegó gratis, no tengo privilegios políticos ni de ningún tipo, sigo aprendiendo a ganarme la vida y sé que así será para siempre y de eso no me quejo. Aunque tengamos el objetivo común de eliminar la corrupción del país, tampoco me quejaré de ellos en las siguientes líneas. Estas líneas van dedicadas a la gente común y corriente, como yo.
Las conmoción que se genera por algún escándalo en la farándula extranjera dura más que las reacciones por el asesinato de 21 reos, 3 policías heridos y otras atrocidades que el desconcierto que llevo a flor de piel no me permite describirlo ahora. Nos asuntamos más de lo que pasa en otro lado que en nuestros propios problemas, sabemos ver la paja en el ojo ajeno, pero nos falla la vista cuando se trata del árbol enraizado que crece en el nuestro.
Ya tenemos suficiente aquí, pongámosle cuidado a la nación para que sea lo que debe ser, ¿o es que acaso nadie tiene el sueño de ver un país con oportunidades? ¿No soñamos por un país con igualdad? ¿No quisiéramos ser nosotros los que les pidamos visa a los europeos? ¿Soy el único que sueña con eso? ¿No queremos un país en donde caminar por la noche no sea sinónimo robo, y eso si sale tan barato?
Despabilemos y démonos cuenta de que nos estamos dejando ganar terreno, estamos dando paso a un país cada vez más violento, producto de la corrupción.
Empecemos por nosotros, dejemos de aplaudir la viveza criolla y tildar de ingenuo al que hace lo correcto. Dejemos las fiestas clandestinas con cientos de asistentes en media pandemia. Dejar de golpear policías cuando las tengan será un avance.
Hagamos lo nuestro, entendamos que prosperidad no es quitarle al de al lado ni salvación es pedirle a un presidente que haga algo. Si queremos ver la luz entre tanta oscuridad prendámosla en nuestras casas, en nuestros negocios. Reconociendo que somos responsables de nuestros propios actos, tendremos el control del futuro.
No olvidemos que somos los amos de estas tierras. Comportémonos como tales, exijamos respeto. Evitemos los abusos para no tener que perseguir a los abusivos después. Levantemos la voz para hacernos escuchar. Empecemos por nosotros mismos.