Actualmente las potencias libran una descarnada guerra geopolítica por el control de Venezuela, tensión que amenaza con convertirse en un conflicto bélico, susceptible de derramarse en toda el área andina. Fuerzas económicas transnacionales, usando sus brazos políticos estatales e internacionales, buscan apropiarse no solo del petróleo venezolano, sino de toda la región andina, codiciada por sus recursos naturales, biodiversidad, reservas de agua, oro, incluso, en ciertos casos, por la producción a escala de la materia prima para la elaboración de drogas ilegales y nocivas, que nutren de ganancias al sistema capitalista transnacional, y en algunos lugares constituye su principal oxígeno.
Queda claro entonces que la presión sobre Venezuela no tiene nada que ver con los indicadores sobre la democracia; si de eso se tratara ya varias de las grandes potencias estarían en el banquillo de los acusados, por no tener ni siquiera democracia directa. Lo que está en juego son los intereses de las superpotencias, dos de las cuales, Estados Unidos y China, libran una guerra comercial en un contexto de crisis estructural del sistema, comandado en realidad por corporaciones transnacionales, algunas interesadas en convertir a América Latina en una nueva Siria. Otra de las causas de la presión sobre Venezuela, tendría que ver con el desplazamiento del dólar como moneda de transacción internacional, progresivamente sustituida por monedas alternativas o monedas virtuales, basadas en aplicaciones tecnológicas y juegos financieros. El desplazamiento del dólar podría significar la crisis definitiva de Estados Unidos, lo que explicaría una estrategia para lograr que al menos en la porción latinoamericana de la economía global, prevalezca su moneda.
Un tercer elemento a considerar en el conflicto por Venezuela y la injerencia de Estados Unidos es el proyecto de integración regional que impulsó ese país desde principios del siglo XXI, para convertir a América Latina en actor de peso en el mundo multipolar capitalista, a partir de su poder energético. Valga decir en este punto, que desde hace dos siglos América Latina lucha para desarrollar una especie de esfera autónoma dentro del sistema capitalista, al mismo tiempo que construye o recrea utopías para salir de este modo de vida asocial, insostenible por sus contradicciones. (O)