Post 10 de agosto de 1979 hasta antes del inicio de la presidencia del licenciado Lenín Moreno; en general, nuestra señora democracia sufrió mucho. Ello equivale a decir que hemos tenido un comportamiento democrático con altos y bajos. O también podría pensarse en una democracia con estado de salud crítica, cuya “mejora” solo significaba salir de “terapia intensiva” a “sala de observación”. ¿Más claro? Bueno, la calidad tenida de la democracia ecuatoriana ha sido baja, lamentablemente.
Luego de dicho intervalo de tiempo inicia la gestión del ciudadano Moreno, misma que continúa hasta nuestros días. Y qué podemos decir de la salud de Doña Democracia, a la fecha. Lo dije antes: la historia se está escribiendo. ¿Concretar, por favor? Bien, bajo la metáfora del estado de salud de la democracia; la de nuestra patria, hoy, ya no está hospitalizada, camina a la recuperación; posible aquello como consecuencia de una actitud presidencial notoria, plausible y deseable que se mantenga, misma que se asemeja a la tenida por los políticos demócratas (tolerancia a la crítica, por dar un ejemplo). Complejidades propias de una democracia hacia la plenitud, varias. Una, la variable económica. Creo que el Presidente, hoy, debe exigir más allí, a su equipo. ¡Hace falta hacer más, y rápido!
En algún momento lo dije en este espacio: la ciencia política normativa permite realizar un análisis propositivo de una determinada comunidad política. Como cierre de esta exégesis realizada en tres entregas: ¿Y sí todo pasa por sanarnos interiormente… humanizarnos,…? Sí. Hay que bajar las armas de la denostación, convivir permanentemente bajo la regla del consenso y siempre en total contacto con el dador del voto. Más que gritarlo, practicarlo: actuar con honor, donde el código que impera es el de los valores (como la ética)… Viviendo para la política, vista como instrumento de servicio, con visión, y para generar riqueza incluyendo a los que menos tienen. (O)