Publicidad

Ecuador, 22 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Portoviejo y la ‘república de indios’

08 de marzo de 2015

La historia de nuestras ciudades antiguas está teñida por una narrativa sesgada y colonialista; y así mismo, por una historia heroica y épica. Ambos enfoques impiden mirar y entender la rica historia que describe procesos, explica contextos, habla de las relaciones sociales, las relaciones de poder, alrededor de la cual podemos al final plantearnos preguntas tales como: ¿por qué han existido durante largo tiempo lugares urbanos como el de Portoviejo?

Portoviejo es una ciudad viva, capital de la provincia de Manabí, con poco menos de 300.000 habitantes. Es verdad que fue recreada – fundada  el 12 de marzo de 1535, por ello podría ser considerada como el enclave colonial más antiguo de lo que hoy es la costa ecuatoriana. Las evidencias arqueológicas están debajo de la ciudad actual, lugar del último asiento, después de haber sido mudada varias veces. En su superficie no queda casi nada, solo un elemento imperceptible para muchos: su damero, uno de los primeros aplicados en estos territorios, debido a que la planicie fue propicia para ese ensayo de la naciente Modernidad. Las cuadras cortas son el marcador del trazado colonial.

Quienes reproducen la historia colonialista repiten cada año el mismo relato: el capitán Francisco Pacheco, de las huestes de Pizarro, encontrándose entonces en los territorios del actual Perú, cumplió la orden de fundar la Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo, y para ello cumplió con un ritual en el que participaron los caciques del lugar.

Una nueva narrativa descolonizada no puede invisibilizar a las sociedades originarias asentadas en el área, las que habían logrado una gran complejidad política, social y tecnológica que era visible en un tejido de ‘ciudades’ de gran envergadura, relacionadas probablemente con centros de producción, centros sagrados y puertos. Una de esas grandes ciudades estuvo en los cerros que bordean a la actual ciudad de Portoviejo, esto es, en los cerros de Hojas y Jaboncillo. Hoy, la arqueología bautiza con el nombre de sociedades y Cultura Manteña a esos grupos humanos que articularon este sistema ‘paraestatal’, que había creado incluso un valor moneda, a partir de la concha spondylus.

La cultura española no era superior a la Cultura Manteña. Por ello los invasores localizaron ciudades en donde existiera densidad de población originaria, organización social, tecnología de producción y conectividad. Los españoles hubieran fracasado sin una infraestructura y organización anterior. En las primeras décadas los españoles realizaron una alianza con al menos 30 caciques en Cancebí, y en otros momentos las alianzas se rompieron y se desató una gran resistencia indígena. Es innegable, sin embargo, que se impuso un orden colonial.

La empresa de Francisco Pizarro y Diego de Almagro forjó la creación de la Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo, porque era necesario colocar una ciudad-guardián para impedir el ingreso de otras empresas españolas; así mismo, porque esta era una zona densamente poblada y de gran producción de maíz y tortillas, alimento necesario para las huestes en su camino al sur; porque descubrieron muchas esmeraldas y esperaban encontrar las minas en la región; y finalmente porque era necesario fundar el mundo social jerarquizado, compuesto por la ‘república de españoles’ y la ‘república de indios’. En el paso del tiempo, los indios de la zona, incluyendo los de Picoazá, Montecristi y Jipijapa tuvieron mucho poder y limitaron el poder de los blancos y criollos, una particularidad de la región.

Qué tal si con ocasión de la ‘fundación española’ de Portoviejo, dejamos de rendir homenaje a Francisco Pacheco, que yace en una estatua dorada, la más alta de la ciudad, lo hacemos a los Laz, a los Chilán, y a todos con apellidos antiguos relacionados con los pueblos originarios asentados en Picoazá, pueblo históricamente olvidado.

Contenido externo patrocinado