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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

Por un Ecuador más humano

29 de abril de 2016

Conmueve la solidaridad de la mayoría de los ecuatorianos que se volcaron inmediatamente en ayuda -donaciones- para las zonas afectadas. Ayuda espontánea y sincera. Ayuda que continúa una vez que ha comenzado la fase de la reconstrucción. Y van prosperando iniciativas de todo tipo, desde pallets para albergues hasta invernaderos para fomentar la reactivación económica. Es la confirmación, una vez más, de la gran generosidad y humanidad de los ecuatorianos.

Alegra también la enorme solidaridad de la ayuda humanitaria internacional, tanto de países amigos como de organizaciones, empresas privadas y ciudadanos, que se volcaron a ayudar y socorrer a Ecuador.  

Alienta la enorme decisión y valor del pueblo ecuatoriano que ha sido capaz de levantarse ante los desastres naturales. Ya lo hicieron antes Riobamba, Ambato, Pelileo e Ibarra, que fueron devastadas y reconstruyeron sus ciudades y volvieron a ser enormemente productivas, comerciales y turísticas. Ya lo hicieron también Bahía de Caráquez y Baños, que fue evacuada ante los riesgos de una erupción y sus pobladores volvieron para hacer de su ciudad uno de los mayores destinos turísticos de la Sierra centro.

Hoy estamos seguros de que Manabí -y Esmeraldas- logrará levantarse de esos escombros y volver a convertirse en una provincia dinámica, atractiva, trabajadora y turística.  No me cabe la más mínima duda. Y lo hará con el apoyo de todos los ecuatorianos. Como debe ser. Y lo hará con las medidas, la coordinación y la organización del Gobierno Nacional. Como debe ser. Y, por supuesto, con la decisión y valentía del pueblo manabita que, lo sabemos, será capaz de superar todas las dificultades, renacer y tejer nuevamente su provincia con la misma habilidad con que tejen los mejores sombreros finos del mundo.     

Indigna constatar cada día la perversidad de las redes sociales y ciertos medios de comunicación, que lejos de convertirse en una herramienta para comunicar, ayudar y colaborar con los hermanos de la Costa, intentan convertirlas en un espacio para la desinformación, la manipulación, la mentira, generar pánico, el insulto y los ataques más groseros, que solo buscan desprestigiar al Gobierno y al Presidente. No hay opción para una discusión inteligente, peor para un diálogo que aporte y cree. No hay espacio para la discrepancia. Y constatarlo también es devastador.

Indigna también confirmar que persisten aquellos grupos de poder, minoritarios ciertamente, que solo quieren aprovechar la oportunidad para volver a las estructuras del pasado: zonas francas, fideicomisos y juntas de notables. Y exigen al Gobierno lo que no son capaces de hacer con sus propios gremios. Por ejemplo, la Asociación de Bancos Privados, como un gran ‘aporte’ con los damnificados, resuelve no cobrar ahora los créditos en la zona del desastre, sino luego de tres meses. Por favor, lo que deben hacer es asumir su compromiso y responsabilidad social y condonar las deudas de las personas que lo perdieron todo.  

En buena hora, Ecuador tiene ya una institucionalidad para la seguridad y para enfrentar eventos y desastres naturales.  Eso sí, es necesario hacerlo con total transparencia, eficiencia y en acuerdo con gobiernos locales, sector privado, ciudadanos y tomando en cuenta los pedidos y necesidades de los afectados.

Es también una oportunidad para que Ecuador salga fortalecido; más humano, más unido, más seguro. No la perdamos. (O)

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