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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

¿Por qué votamos por los populismos!

28 de octubre de 2020

A muchos, tan solo escuchar la palabra “populismo”, le produce erisipela. Sin embargo, al gran electorado le emociona y estimulan las arengas electoreras populistas. Esta emocionalidad se ha traducido en victorias inmediatas en Latinoamérica. Muy probablemente el regreso de la tendencia a la Argentina por segunda ocasión genere eco en Colombia con el encumbramiento de Gustavo Petro en la presidencia de la República.

Parecería que el gran electorado latinoamericano se enamora platónicamente del discurso casi erótico amoroso del líder. Este le ofrece llevar a un paraíso casi comparable con el regreso al útero materno donde no sufre de ninguna carencia. Sentido de plenitud que desaparecerá apenas se riega el agua de fuente una vez posesionados.

Sobrepasando la explicación obvia y simple de que el populismo tiene su caldo de cultivo en la miseria y en la pobreza. Cada día estoy más convencido de que el voto populista no es más que una práctica sadomasoquista. Sabiendo ese electorado “ingenuo” que “no puede ser verdad tanta mentira”. Vota “por si acaso”. Pero insisto. Vota sabiendo que no le van a cumplir. Ese dolor ya se convierte en una suerte de placer.

El peronismo de la Argentina, por ejemplo, Alberto Fernández, crítico a Macri, por la falta de control del tipo de cambio del dólar. Al día siguiente de asumir el poder, el binomio Fernández- Kirchner, el dólar se disparó en el 200%. El gusto por el triunfo del peronismo se convirtió en sabor amargo. ¿Es un tipo de dolor que les produce placer?

Por otra parte, al frente del gran electorado se ubica el líder populista. Este, que por momentos se siente el vox populi, vox Dei ("la voz del pueblo es la voz de Dios").

El populismo defiende a sus feligreses de supuestos “poderes fácticos” como “la prensa corrupta”, la oligarquía, el FMI, el imperio norteamericano y hasta el mismísimo Satán. A propósito, cuentan que cuando le preguntaron a este último personaje qué opinaba sobre populismo, el diablo les cambió de conversación.

El populismo entra en conflicto con otros sujetos de derechos legítimamente constituidos. El líder populista no demorará en imponer los derechos de unos pocos sobre el de los otros. Quedando en soletas la pretensión normativa y universalista de los derechos de los ciudadanos.

América latina seguirá votando muchos años más por los populismos. Sean de derechas o de izquierdas. (O)

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