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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

¿Por qué matar a un poeta y a una hormiga?

25 de agosto de 2016

Es una pena que, de los poetas, no siempre se conozca lo mejor. Es el caso de García Lorca, famoso por sus casadas infieles y sus versos a los toreros. Pero además de lo tantas veces recitado, García Lorca narra una conmovedora historia a través de un caracol, pequeñoburgués, que un día se lanzó a recorrer su mundo.

En su viaje, en un rincón del bosque, el caracol vio a unas hormigas que arrastraban a otra hormiga agónica y mutilada, y preguntó por qué maltrataban a su compañera. La víctima, medio muerta, respondió que las otras no perdonaban lo que hizo una noche: había trepado al árbol más alto, y tras mirar al cielo, les contó a todas que existían las estrellas. Pero ellas no le creyeron. El caracol, desconcertado, también preguntó: “¿Estrellas? ¿Qué son las estrellas?”. 

La hormiga torturada respondió: “Las estrellas son luces que llevamos sobre nuestra cabeza y que podrían alumbrar nuestras tinieblas”. “¡Nosotras no las vemos!”, gritaron indignadas las inquisidoras. “Y te mataremos por propagar esas ideas. El trabajo es tu ley. Eres perversa y perezosa.” “He visto las estrellas”, repitió la hormiga, casi sin fuerzas. El caracol pidió que la dejaran en paz en su último momento. Cerca, pasó volando una abeja y la hormiga torturada pensó que ella la llevaría volando a una estrella. Entonces exhaló su último aliento, y las demás hormigas, al verla muerta, huyeron alborotadas y se perdieron en el bosque. A lo lejos se escuchaban los campanarios llamando la gente a la iglesia.

Hace ya 80 años que el franquismo asesinó al poeta García Lorca, autor de esta historia. Acabaron con su vida por ser republicano y tampoco le perdonaron su condición de gay. Capturado por un funcionario de apellido Velasco, el poeta se supo muerto porque, en pocos meses, Velasco había asesinado a más de 4.000 civiles de Granada. A García Lorca lo fusiló 48 horas después de ser detenido. Cuenta un oficial que cuando en la madrugada lo llevaban a un descampado para fusilarlo, el poeta dijo: “Hace frío…” y Velasco le respondió: “No te quejes, cabrón, que no tendrás que hacer el viaje de regreso.”

Después, otro verdugo afirmó: “Ya muerto, yo mismo me di el gusto de meterle dos balazos por…” Cortamos la frase, por respeto al poeta.  

Hoy, en alguna tumba anónima, yacen los restos del poeta, al igual que los de cientos de miles de españoles asesinados por el franquismo, que fueron enterrados, como perros, al borde de las carreteras porque ninguno se merecía la más elemental ceremonia.

En ajedrez, a diferencia de la vida, las muertes son producto de la inteligencia, que es, en el fondo, otra forma de la poesía.

1: Dg6+; Rf8
2: Ch7+; Txh7
3: Dg8 mate

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