En Ecuador y otros países de América Latina la apatía de la población por la política es evidente. Varios factores históricos y sociales influyen en esta desconexión que se manifiesta en la baja participación electoral, falta de involucramiento en debates públicos y creciente desconfianza en las instituciones políticas. Son múltiples las causas de este problema, pero es factible combatirlas por el bien de la nación.
Motivo esencial del desinterés es la historia de inestabilidad política del país, que ha vivido cambios de gobierno complicados, golpes de Estado y continuas crisis políticas, lo que genera desconfianza ciudadana de las instituciones y los políticos, quienes manejan la política como un simple juego de poder. Asimismo, los frecuentes cambios normativos refuerzan la percepción de que las reglas del juego político son maleables, según intereses particulares.
Se suma la corrupción, con escándalos que envuelven a altos funcionarios y organizaciones políticas. Esto mina la confianza en los gobernantes y, refuerza la idea de que la política es un terreno donde no se cuida el bienestar común. La falta de transparencia y la impunidad desilusionan.
Otro factor es la desigualdad social y económica. Las dificultades económicas de numerosas familias, hacen que la política no sea prioridad. La gente, preocupada por su supervivencia, ve a los políticos lejanos y desconectados de sus problemas diarios; las ofertas electorales no son creíbles, lo que abulta el desencanto y la desidia con los procesos democráticos.
En este fenómeno la falta de educación cívica es grave. Muchos ciudadanos carecen de conocimientos básicos sobre cómo funcionan las instituciones políticas y el valor de su participación activa en el proceso democrático. Carecemos de una ciudadanía crítica y comprometida, debido a que la educación política, que debe ser alma del currículo escolar, siempre ha sido débil.
Medios de comunicación también inciden en la percepción de la política, puesto que su cobertura no suele centrarse en promover debate informado sobre asuntos de fondo. El enfoque sensacionalista genera la impresión de que la política es un espacio de conflicto perenne, sin soluciones. Esto se agrava con las redes sociales usadas para desinformar y manipular a la población.
Urge recuperar la confianza en la política, promover una sólida educación cívica y, garantizar que las políticas públicas solucionen los problemas de la gente.