La guerra de Ucrania tiene una serie de giros insospechados desde cuando empezó la ofensiva y las tropas rusas comenzaron los ataques a algunas provincias ucranianas.
Lo primero que sale a relucir es la duración del conflicto, mucho más largo de lo que se habría calculado y de lo que los analistas prevenían y hablaban de una guerra corta con un rápido triunfo del ejército ruso, mucho más numeroso, con mayor armamento, siempre exhibiendo la determinación de usar inclusive armas nucleares si es que las fuerzas de refuerzo europeas intervenían a favor del país invadido.
Pero esas previsiones resultaron fallidas en cuanto al tiempo, no ha sido cuestión de días, ya sobrepasamos los seis meses, desde que el presidente ruso Vladimir Putin ordenara bombardear al país vecino el 24 de febrero de 2022, en un ataque en territorio europeo que no se había visto desde el fin de la segunda guerra mundial.
Crimea y el Donbás son los territorios que se encuentran en el centro de la disputa, además de la exacerbación de Rusia por la pretensión de Ucrania de ser parte de la OTAN, lo que conlleva a un realineamiento de las posiciones dentro del territorio europeo y a nivel global.
La guerra no le ha sido fácil a Rusia, pese a la enorme siembra de destrucción causada en el territorio ucraniano, al éxodo de millones de personas que han tenido que refugiarse en los países vecinos, a la escasez de alimentos y agua, al descalabro de la economía del país invadido que ha tenido que soportar en su territorio todas las calamidades de la guerra.
En los últimos días se ha observado la salida de numerosas familias rusas, tratando de poner a buen recaudo a sus hijos frente a la convocatoria de enlistarse por parte del gobierno ruso, que necesita más soldados para aguantar la reconquista que Ucrania está realizando en esta especie de lucha entre David y Goliat, la débil Ucrania frente al oso ruso. Los jóvenes no quieren luchar en una guerra sin sentido, no la sienten como propia y muchos dan la razón al gobierno ucraniano pese a las represalias a las que pueden verse sometidos por su propio gobierno.
¿Hasta dónde llegará el descontento? ¿Podrá Putin seguir forzando al pueblo ruso a continuar con una guerra absurda?.