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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Fuera el populismo

17 de octubre de 2019

Parecía que los gobiernos populistas de izquierda en Latinoamérica estaban cediendo terreno a líderes con auténtica visión y espíritu democráticos, pero vemos que en Colombia es electo un populista de derecha, Iván Duque, completamente auspiciado por su mentor (Álvaro Uribe). Y en México está Andrés Manuel López Obrador (AMLO), paradigma de populismo de izquierda y sucesor de gobiernos populistas de derecha.

En Ecuador, desde que regresamos en 1978 a la democracia después de dictaduras militares con corte populista, no hemos tenido un solo gobierno sin su sesgo de populismo.

Los movimientos populistas tienen dos grandes amenazas: proveen un tipo de desigual inclusión, mediante la movilización de grupos previamente excluidos, pero al mismo tiempo, creando obstáculos y aun hostigando a sus oponentes. Es decir que las decisiones gubernamentales se dan en términos de los buenos que están conmigo y los malos que se oponen. Pero lo que es peor, abiertamente cuestionan y hasta revocan a aquellas instituciones democráticas que restringen los poderes formales de la presidencia: son hiperpresidencialistas.

El problema con estos gobiernos populistas no es solamente que elevan la atención sobre temas irrelevantes, sino que son sordos a aquellos serios e importantes tópicos que deberían ser tratados a tiempo. No nos culpemos por el levantamiento indígena ante las medidas económicas que se toman dos años después del tiempo en que debieron ser tomadas por el Gobierno.

En Ecuador, con una muy creciente y diversa sociedad, deberíamos tener una plataforma política que aglutine a esta variedad de actores, pero normalmente los gobiernos populistas tienen muy poco y desordenado que ofrecer al respecto, especialmente para aquellos grupos vulnerables que tienen mucho poder de movilización.

Y claro, hacen énfasis en la seguridad del país ante todo, lo cual justifica excesos de castigos para aquellos que pongan en riesgo la paz ciudadana. Y se vuelven insensibles hacia otros problemas, como la desigualdad social y la pobreza y, lamentablemente, son muy condescendientes y permisivos con el fenómeno de la corrupción.

Yo no veo prospectos de candidatos presidenciales en Ecuador que no sean algo populistas, lo cual nos lleva nuevamente a elegir de los males, el menor. (O)

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