Qué larga es la espera para los pobres. Los pobres esperan. Esperan que llegue la esperanza. La esperanza que no llegue. Esperan que algo cambié. Esperan que lo que viene sea mejor. Esperar: la vida transcurre mientras espero y me esperan.
La espera siempre es para los pobres. Por eso el dicho popular: "siéntate a ver pasar el cadáver de tú enemigo". Esperar ver la derrota del otro, de quién me hizo esperar o de quién en algún momento me condenó a la espera.
La espera nos condiciona: Esperan los pobres, los marginados, los perdidos, los de a un lado. La espera me condena a esperar y así se va la vida. Espero el milagro y el milagro se hace esperar. Me hace esperar el poderoso. Los ricos no esperan. Ellos tienen lo que tienen y con lo que tienen no hay espera. El juego del rico es hacernos esperar y hacerse esperar. La espera se hace una existencia. Se convierte en una mente. En una normalidad. No entendemos que se trata del tiempo: que esperar es perder el tiempo. El tiempo que no regresa, que se agota, que es invencible, inderrotable. ¡Tantas cosas que no alcanzamos a hacer porque estamos esperando que alguien me ayude, quizás el Estado, el préstamo del Banco, la herencia inexistente!
La mejor época de la espera son las elecciones: lo primero que espero que el político me regale es una camiseta, un vaso plástico, o una funda con agua. "El político algo te da en elecciones" me dice mi amigo Alvarito. Los pobres siempre esperan pan y circo. Esperan escuchar promesas, ofrecimientos. Condenados a escuchar ríos de palabras y deseos, que nunca se cumplirán ni van a ver satisfacer. Esperar es una maldición.
Esperando la vida es un sueño. Espero el amor; espero la paz, estar en paz y espero la muerte para dejar de sufrir en éste valle de lágrimas. La muerte se hace esperar también.
En plena pandemia un amigo empresario quiteño me dijo: " quiero ayudarte, voy a depositar un ayuda para aliviar el tormento del virus en Guayaquil". Fue extraordinario. Un gesto solidario puede acabar con una maldición. Otro amigo, Eddie Mosler, me envió desde Quito el elixir de oro para elevar el sistema inmune. Un gesto cariñoso y gentil.
También en la pandemia la alcaldesa Cynthia Viteri no espero nada e inauguró un hospital de emergencias contra el covid donde antes había una maternidad. Ejemplos de servicio sin hacerse esperar.
Pero sigue la espera: espero que dejes la bebida, espero que te deje la diabetes, espero que no pierdas tu empleo, espero que Dios no me olvide, espero que crezcas libre y fresca hija de mi vida. Espero que no muera el amor y no morirme sin conocer el poder de su presencia y don. Espero que me paguen la liquidación.