Política y justicia no van de la mano. Apaga y vámonos. Es una frase familiar y figurada que se emplea al conocer que una cosa toca a su término. El modismo equivale a decir “hasta aquí podemos llegar”, “se acabó lo que se daba” , “se acaba de estropear todo y ya no hay quien lo arregle”; frase que es plenamente aplicable a la realidad del sistema de justicia y la clase política ecuatoriana.
La política está desenfocada de los problemas de la gente, se comenta por ahí, genera sus propios problemas y los políticos se dedican a resolver los problemas de la política y no los de la gente. Es evidente que nos domina un sistema de baja responsabilidad, da lo mismo hacerlo bien o hacerlo mal, facilita la mediocridad, hay una falta de ética, la corrupción es un sub producto de la mediocridad; son clubes electorales; son sistemas ultra centralizados, distantes de la gente a la hora de actuar pero cercanos en tiempos de campaña.
Los problemas generados en el seno de la Asamblea Nacional, que deben ser resueltos en ese espacio, porque son eminentemente políticos, son llevados a la justicia constitucional a través de la justicia ordinaria, en donde hemos evidenciado otra forma de meter la mano en la justicia por parte del político de turno consiguiendo pronunciamientos a favor de sus intereses cuando sabemos que a la administración de justicia se accede cuando existe la violación de un derecho, lo que no pasa con las broncas por captar el poder en la asamblea.
Y es que nos referimos a la actuación de asambleístas como Santi, Quizhpe y Sánchez que en ese afán de mantener en el poder a la Presidenta de la Asamblea siguen metiendo sus uñas en la justicia, como es el hecho de haber conseguido una medida cautelar por parte de un juez de la Unidad Penal de Quito, que pensaban ellos frenaría la convocatoria al Pleno para conocer el informe que recomienda su destitución. Y entonces aquí cabe aquello de “y dale el burro a la cebada” porque un juez de Morona Santiago ya les negó.
No entendemos como es que existen juezas y jueces que se tuercen frente al poder político por ignorancia o porqué mismo será; piensa mal y acertarás, dice la abuela de la casa. Nadie sabe lo que está pasando, pero lo cierto es que el desprestigio de la administración de justicia es generalizado, aunque debemos ser claros que no es prudente meter en el mismo saco a todos los operadores de justicia, pues no es justo ya que hay juezas y jueces que como dice la conseja popular, uno se saca el sombrero por la coherencia en sus resoluciones y la eticidad como traje pues ahí sobra la toga. Empero hay otros que en vez de hablar en sus providencias son políticos con toga y mallete, cuando resuelven temas políticos y no de vulneración de derechos como lo que ha resuelto el juez Troya Aldaz dando lecciones de procedimiento parlamentario. Sin embargo, a esta fecha, 81 asambleístas se rieron de la resolución judicial, con lo cual se acrecienta el descrédito de la judicatura.
La salud de la justicia ecuatoriana está quebrantada, porque al parecer se encuentra al servicio de la clase política ecuatoriana y porque además la metida de la mano a la justicia que se proclamó hace un decenio nadie la ha podido sacar. Urge la revisión del sistema de justicia. Apaga y vámonos, es decir “se acaba de estropear todo y ya no hay quien lo arregle”. No sé si la consulta popular es el remedio aconsejado para derruir y reconstruir a un país que está viviendo una grave crisis de desinstitucionalización.