Las frías estadísticas de la muerte dicen que en lo que va del año 2022, 59 policías nacionales han sido asesinados, en el cumplimiento de su deber. El más alto sacrificio que se le puede pedir a un ser un humano es el de que entregue su vida en defensa de los ciudadanos, y ese es el caso en particular de los agentes de la policía nacional.
Cincuenta y nueve policías abatidos, el mismo número de familias rotas, padres, hijos, abuelos, sufriendo in extremis por la perdida de sus seres queridos, policías, vilmente dados de baja.
Ante la muerte violenta, de los policías, hombres y mujeres, el mutis más siniestro que se pueda imaginar de los organismos de derechos humanos, que cuando caen abatidos los que matan a los gendarmes o a los ciudadanos civiles, ponen el grito en el cielo, se rasgan las vestiduras, hacen escándalos, y copan las redes sociales, reclamando por los derechos de aquellos, lo que no hacen por los derechos de los que están del lado de la ley, que cumplen su deber legal y moral, dejándose la vida en el camino, haciendo honor al lema de “servir y proteger.
En lo que va de los últimos días, del mes que cursamos año 2022, han sido emboscados y muertos: Eduardo Perlaza el lunes 17 de octubre y falleció el 16 del mismo mes, víctima de los disparos recibidos la subteniente Verónica Songor, atacada el 9 de octubre.
Silencio igualmente repudiable el de los políticos, especialmente de esos ahora aliados en un arco iris político verde amarillo alineado con un prófugo radicado en Europa, tampoco han dicho nada, y si lo han hecho, han pasado desapercibidos porque la muerte de los policías, no es para ellos herramienta de uso y abuso cual otros casos, de los que han sacado ventajas, algunas viles como las de asistir a duelos y en ellos hacer ejercicios políticos como el de ponerse una camiseta de campaña frente al féretro de una victima de femicidio.
Los que hacen las leyes y las vienen haciendo desde hace 15 años de influencia verde flex, han procurado mermar, a la policía nacional, a sus agentes, en sus capacidades de respuesta, de defensa, de uso de sus armas, para que puedan salvar sus vidas o vidas ajenas. La normativa vigente sigue siendo un atentado contra los derechos de quienes lucha contra el crimen callejero y organizado.
En 2021 fueron asesinados 75 policías. Y los defensores del pueblo, los de los derechos humanos, los movimientos feministas, las icónicas celebridades conocidas por su defensa de los derechos de las personas, han hecho mutis, cual si los uniformados, los policías no los tuvieren. Sectarios en su visión y acciones.
La ciudadanía consciente, inteligente, no fanática, no odiadora, no manipulable, tiene claro que la Policía Nacional es imprescindible para el mantenimiento, la estabilidad del Estado de Derecho, de la democracia, de las libertades, de la justicia. Es verdad que en ella pueden haber como en todas las instituciones hasta en las religiosas, malos elementos, que se deben extirpar, pero que no es la institución la mala, que, si es perfectibles se, tienen que revisar y actualizar normativas y procedimientos.
Los que no son indispensables ha quedado claro son tantos, no así tanto legisladores, ineficaces y poco enterados de su cargo. Muchos ignorantes en el campo especializado de la legislación. Fiscalía y jueces, cierran el circulo, con la policía, cuando se trata de la justicia, y sí se han dado casos alarmantes de pronunciamientos fiscales y de jueces en casos en los que han estado involucrados policías, se han cargado las tintas en sentencias contra los agentes del orden, en ciertos casos y en otros, se han puesto muy livianas las sentencias en casos de avezados violadores de las leyes, algunos de cuello blanco. Varios han encontrado subterfugios legales para que cumplan sus penas con alternativas a la prisión, casi a la carta, mientras en el camino ya son 59 policías muertos este año.
¿Por qué el enfoque esta siempre en los derechos de los delincuentes y a nadie le importan los derechos de la gente honrada? Nayib Bukele.