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El Telégrafo

Polarización

27 de marzo de 2012

¿Y cuándo -sería bueno preguntarse- una sociedad no ha estado polarizada? Solo las mentes subsumidas por un proyecto de poder dominante, como el salvaje capitalismo, han creído que antes solo existía paz y armonía.

En los medios ha pasado algo similar: solo hoy reparan que la sociedad ha estado dividida. Antes los otros, los ellos, esos que estaban fuera del modelo, no existían, entonces no había polos, no había opuestos.

Por eso me causa chiste, de mala gana en realidad, todo el esfuerzo que hacen ciertos medios, como  Expreso, por posicionar la existencia de una polarización en el Ecuador de estos días. Justo cuando otros sectores sociales, jamás escuchados, jamás visibilizados, han encontrado vías de expresión. Para estos teóricos funcionales recién asoma la polarización.

Además, pretenden hacernos creer que los polos actuales pesan por igual: en el un extremo y en el otro se enfrentan visiones antagónicas pero iguales en peso.

En el medio, qué desdicha, se encuentra esa mayoría víctima de la intransigencia. La trampa pretende ser redonda, como la Tierra, que de polos sabe todo, porque siempre los antagonismos humanos no son iguales. Hoy, ellos lo saben, hay un proyecto que recibe enorme respaldo, haciendo que un extremo, que recién intenta abrirse paso, abarque mayor volumen y peso.

Es legítimo que existan otras voces, que aun habiendo negado la palabra en el pasado ellos no la pierdan. Es legítimo que incluso conserven sus medios. Lo ridículo es creer que su descubrimiento, la existencia de los otros, tenga valor solo cuando el correr de las cortinas los toma por sorpresa, o quieren, más bien, hacerse los sorprendidos.

Polarizados hemos estado desde siempre, humillados también. Eso podrían decir las mayorías nacionales, latinoamericanas, africanas, asiáticas, en todo lugar en donde hubo (¿en dónde no lo ha habido?) dominación, oprobio, saqueo.

Por todo esto me resulta penosa tanta simplificación tramposa, como si fuera fácil borrar el pasado, como si solo bastara su palabra para que estemos frente a una verdad que no admite discusión. Son ellos, los empleados de los llamados medios independientes, los que se han dado a esta tarea, de casi todos los días: con su discurso mediático, claramente politizado, y que con vergüenza no lo quieren reconocer, pretenden posicionar, funcional a lo establecido, una serie de valoraciones que apenas son parciales. Así, otra vez nos volvemos a polarizar.

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