En relaciones internacionales, el poder blando utiliza las ideas frente a formas coercitivas de emplear presión, como lo es el poder duro. Por poder blando (sutileza o persuasión) nos referiremos a valores políticos, imagen del país y su sociedad, entre otros. Mientras que, el poder duro usa la coerción y amenaza con el poder militar o la presión económica para lograr su propósito. Por su parte, el catedrático Joseph Nye considera que un Estado debe aspirar al poder inteligente, el cual constituye una combinación racional y eficiente de ambos poderes.
Así como en las relaciones internacionales los Estados o actores políticos utilizan estos poderes para hacer que los otros hagan lo que ellos quieren, en la contienda política se emplean discursos que podemos clasificarlos como sutiles o coercitivos. Utilizando como metáfora la terminología de relaciones internacionales referente al poder duro y blando, realizaré un breve análisis del debate presidencial del pasado martes 29 de septiembre, en el marco de las próximas elecciones presidenciales, donde, por supuesto, Trump usa la coerción y Biden intenta usar el poder inteligente.
¿Quién ganó el primer debate? A mi criterio no ganó nadie. A pesar de que se esperaba ver a líderes con capacidad de unir al país, el “debate” no se basó en propuestas; sino en atacar y desprestigiar a la contraparte, convirtiéndose en una lucha de fuerzas y no de ideas. Trump, además de tener una postura provocadora fundada en interrumpir reiteradamente al candidato demócrata, imponía sus argumentos sin opción al debate, buscando ser el centro de atención, saliéndose completamente del protocolo e irrespetando las reglas. Por su parte, Biden sonreía al público y procuraba mantener la compostura a pesar de los ataques, pero también respondió y demostró que puede resistir a la presión. Pero el debate no fluía, por lo que fue imposible de apreciarlo.
El tema más controversial fue el manejo de la pandemia del Covid-19 que constituyó un tropiezo para Trump puesto que además de ser el país más afectado por la pandemia del coronavirus, ha dejado hasta el momento a más de 200.000 fallecidos. Otro punto importante en el debate fue las finanzas personales de Trump que, según un informe del New York Times, habría pagado impuestos muy bajos en los últimos años. Para quienes nos gusta que se cumpla la ley, esto es inaudito más aún si se trata de una persona que ocupa un cargo presidencial. No obstante, aunque pareciera contradictorio, mucha gente admira la astucia con la cual uno de los hombres más poderosos de Estados Unidos ha evadido al fisco. Finalmente, ambos candidatos expresaron su preocupación sobre la integridad de las elecciones, las cuales sabemos que no serán fáciles debido a los pronósticos anticipados del candidato presidencial republicano sobre un supuesto fraude.
¿El resultado final? Pues Trump consiguió que muchos de los votantes que aún no tienen definido su voto, continúen con su indecisión y reveló el fraccionamiento político que vive el país como consecuencia de una triple crisis: económica, social y sanitaria. Lo cierto es que las elecciones se desarrollarán en un contexto complejo, donde lo más pertinente es un líder con poder inteligente. (O)
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