La revalorización del dólar cambia drásticamente las proyecciones del turismo en la región, y las primeras afectadas han sido las aerolíneas. Avianca, Copa, Lan y Tam (Latam) han sufrido inmensas pérdidas de su valor en bolsa a lo que se suman millones de dólares no cobrados a Venezuela. Las devaluaciones en toda Latinoamérica –excepto Ecuador- impulsan a algunas compañías a disminuir los vuelos domésticos que se cobran en empobrecidas monedas locales y privilegiar las rutas internacionales que recolectan billetes verdes.
Visto así Ecuador debería entrar con mayor vigor en las planificaciones de las aerolíneas extranjeras, lo que puede marcar el colapso de la ya debilitada TAME que en algunas desconocidas rutas mantiene el explosivo coctel de tarifas altas y vuelos casi vacíos. El precio del petróleo impulsará a algunos gobiernos a atraer a las aerolíneas con combustible de bajo costo, el subirlo, les ahuyentará.
La medida de bajar los precios de los productos exportables y para ello devaluar sus monedas, disminuyendo la capacidad adquisitiva de los empleados públicos y privados, pasa una factura social muy alta que desvaloriza también los activos de las empresas.
Abaratar lo exportable tendría más lógica si se eliminasen los impuestos a este tipo de empresas y se les permitiese la disminución de los sueldos y salarios, lo que puede parecer injusto, pero más injusto sería disminuir los sueldos de enfermeras y profesores que no tienen nada que ver con las exportaciones.
Pero las devaluaciones en nuestros países vecinos y en la región están dadas; los costos de volar se tornan prohibitivos para las mayorías y tenemos que enfrentar una caída del turismo de Sudamérica en general -principalmente colombianos- en un entorno para los servidores turísticos ecuatorianos en el que bajar precios y tarifas para intentar adecuarse al nuevo mercado se torna suicida por el acelerado incremento de precios de insumos, más impuestos y el endurecimiento del mercado laboral que no alienta a poner nuevos negocios turísticos ni ampliar los actuales, mientras en el resto del planeta se ha alentado al empresariado turístico a mantenerse competitivo con leyes laborales flexibles.
En algún momento cuestionaba duramente a los analistas económicos que auguraban tormentas en el panorama económico del país; ahora estos malos augurios vienen del sector gubernamental, a lo que se suma el próximo estreno de él o la sexta nueva Ministra de Turismo en nueve años de gobierno. El bajo promedio de estabilidad, los giros de timón, la alta rotación de funcionarios que se van justo cuando empiezan a entender lo que sucede indica que el turismo ya no es una actividad atractiva ni segura.
De hecho, en ciudades pequeñas algunos hoteles procuran adecuar cuartos de arriendo por meses, negocios de campo simplemente están cerrando y el publicar el anuncio de un empleo que no exige gran capacitación, que antes interesaba a unos pocos aspirantes, ahora genera una avalancha de currículos que muestran títulos académicos de tercer y cuarto nivel. (O)