¿Existe un plan para realizar la mayor transformación geopolítica del mundo, dirigido por corporaciones transnacionales ligadas a tres potencias del planeta? Siempre estuvo presente la percepción de que los imperios tenían planes secretos para lograr hegemonía y controlar los hilos del poder de los países del sur, que constituían sus mercados y fuentes de recursos naturales.
Más allá de lo hipotético, hay un antecedente. En la década de 1970 se desarrolló un documento que advertía que la seguridad de EE.UU. se vería amenazada por la progresiva dependencia de los recursos naturales localizados en países subdesarrollados, donde la inestabilidad política iría de la mano del crecimiento desbordado de la población (Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200).
En la actualidad, parece obvia la existencia de un plan global, que apuntaría a destruir las células sociales, detener el crecimiento demográfico, moldear individuos consumistas, crear dependencia alimentaria y destruir los Estados nacionales, incluso a sangre y fuego. Según el nuevo orden mundial, se trataría de un plan liderado por corporaciones transimperiales, que coinciden en el propósito de redefinir al mundo e instalar pocos gobiernos globales.
El hipotético plan global es más o menos reconocible en los medios de comunicación y redes sociales. Los tópicos que se posicionan -cada cierto tiempo- en las grandes cadenas mediáticas evidencian una táctica basada en la aplicación de la psicología social a escala, para penetrar la conciencia y el subconsciente, activando las emociones, sensaciones y la predisposición humana para la mimetización.
El plan para cambiar y dominar a la sociedad mundial usaría tres elementos: el horror, lo inverosímil y el eros. El horror estaría destinado a instaurar la angustia y la despolitización popular. El eros no reproductivo bajaría el crecimiento demográfico y lo emotivo pondría límites a la racionalización y al ejercicio de la conciencia.
Eliminar a los pobres o a la pobreza, disminuir la población del mundo, pero aumentar los consumidores, ese sería el condumio de la estrategia contradictoria del plan multiimperial, enfocado particularmente en América Latina, donde se encuentran los más importantes recursos minerales para la industria tecnológica. (O)