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El Telégrafo

Petróleo es el nombre del juego

27 de agosto de 2011

En marzo de este año el Consejo de Seguridad aprobó la resolución sobre Libia, para defender supuestamente los derechos humanos de ese pueblo. Las potencias europeas y los Estados Unidos redescubrieron la tiranía de Gadafi, con quien durante algunos años tuvieron activas relaciones basadas en los inmensos recursos petrolíferos de Libia, los cuales permitieron  olvidar la indignación por los crímenes atribuidos en el pasado a su régimen.

El despertar árabe, que permitió la caída de Mubarak en Egipto, continuó en varios países hasta llegar a Libia. Las acciones opositoras, reforzadas por la presencia de mercenarios provenientes de varios países y, sobre todo, los miles de bombardeos de la OTAN que han causado más muertes que aquellas por las que Naciones Unidas censuraron a Gadafi, han culminado con la toma de Trípoli por las fuerzas rebeldes.

Durante estos meses la escalada contra Libia ha sido constante. Una vez tomada la decisión contra Gadafi, la siguiente medida fue bloquear los cuantiosos fondos que el régimen tenía acumulados en los bancos de Estados Unidos y Europa. Los intentos apaciguadores no tuvieron ningún eco, pues a nivel de los líderes occidentales la suerte libia estaba echada.

La crisis que sacude a la economía mundial juega un papel determinante en la evolución de este proceso. Europa y Estados Unidos, con volúmenes de deuda exorbitantes, tienen agravada su condición con los altos precios del petróleo. Con fuertes niveles de desempleo, reducción de sus niveles de producción industrial por la disminución del comercio mundial, su reflejo en las bolsas de valores ha sembrado el pánico ante las fluctuaciones que conllevan la pérdida de inmensa riqueza real. Esas circunstancias han sido el telón de fondo del acuerdo mundial para repartirse el petróleo libio, antecedido por la división de Sudán también proveedor del oro negro.

Lo más grave es que, como aconteció en el siglo pasado, la salida a la crisis del 30, fue la guerra la que permitió la recuperación de la economía norteamericana, después de la cual Estados Unidos emergió como primera potencia mundial. Hoy, que se evidencia su decadencia, la tentación belicista es muy fuerte, especialmente después del derrumbe del socialismo real.

Al margen del juicio sobre Gadafi que lo dará la posteridad, una vez más se comprueba la acción en comandita contra la soberanía y libre determinación de los pueblos. El pueblo libio tiene la palabra y la historia dará su sanción definitiva.

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