El anuncio del presidente Rafael Correa de incrementar a 800 dólares mensuales el salario de los periodistas con título académico adquiere significación histórica, especialmente para quienes percibieron por decenas de años sueldos irrisorios, que los obligaban a desempeñar otras actividades para equilibrar un presupuesto digno.
Los comunicadores, entre reporteros, redactores y fotógrafos, en el escenario de los jubilados y los pertenecientes a la nueva generación, estallan de júbilo, en el silencio, por la justa medida, considerada el mejor regalo navideño de 2012. A los periodistas, que yacen en el más allá existencial, entre ellos destacados dirigentes gremiales, que iniciaron la lucha por mejoramiento salarial, con esta oportunidad, nuestro postrer reconocimiento.
La Unión Nacional de Periodistas (UNP), ahora manejada por el asalariado de un diario local, como una expresión de adulo a los empresarios, no asistió a la Comisión Sectorial como representante de los comunicadores para adoptar decisiones de consenso. Se esconde y se desvía al cansino tema de la libertad de expresión, ni siquiera la de él, sino la de los propietarios del diario, donde presta sus “valiosos servicios”. Por allí otro acucioso, un directivo del diario virtual La República, como contumaz adulador de la derecha con énfasis grita “Rafico, por venganza, ordena subir sueldo a los periodistas”. Esa expresión significa gesto ruin, rechazo al incremento salarial, o un evidente descalabro moral del hombre que ha perdido la noción de la realidad y sentido de la vida.
Solo quienes han transitado por las redacciones de los medios de comunicación conocen cómo funcionan la elaboración de las noticias y otros mensajes periodísticos. Nadie disfruta de libertad para difundir noticias veraces o analizar temas conflictivos que afecten los intereses de los dueños del negocio. José Saramago sostenía con precisión: “El periodista tiene que disfrazar lo que piensa por el color del medio donde trabaja”. Laboré con sueldos paupérrimos, dos años, en los desaparecidos diarios La Nación y La Hora, 18 en El Universo y 28 en El Telégrafo.
En el primero renuncié voluntariamente, y en los otros, por presión empresarial. La UNP en aquella época se convirtió en la única institución del gremio de periodistas que se preocupó por el mejoramiento salarial, estabilidad y defensa profesional. Hay episodios interesantes de la contienda entre empresarios y trabajadores de la comunicación. Aún sobreviven líderes de esas jornadas históricas. Hoy no existe institución que garantice el libre ejercicio de los periodistas. El comunicador, como conoce las normas de cada empresa, se somete para evitar amonestación o despido de su cargo.
La situación del presidente de la UNP, núcleo de Pichincha, es incómoda y vergonzosa. Entre otras virtudes del líder constan: sentirse libre sin ataduras, sensible a las necesidades de los demás, honrado y leal a sus principios. Como ex presidente de la UNP, núcleo del Guayas, por tres períodos, sugiero a Vicente Ordóñez decida el cargo o la dignidad gremial para que cumpla, sin contratiempo, su misión.