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El Telégrafo
Byron Villacís

Periodismo digital

01 de junio de 2018

El advenimiento de la digitalización de las noticias vino acompañado de la valorización de contenidos con base en la viralidad. La viralidad se operacionaliza a través de la cuantificación de visitas en espacios cortos de tiempo. A su vez, la viralidad se provoca con posiciones, narrativas y argumentos extremistas, llamativos o polémicos. Es decir, la digitalización de la información noticiosa favorece posiciones polarizadas con base en el fetichismo de la conmensuración.  

Esta dinámica favorece un formato de noticia llamativa, inmediata, seductora, rápida de comprender y lo suficientemente entretenida para provocar más clics. A su vez, las noticias largas, detalladas, complejas y aburridas son rechazadas o –en el mejor de los casos– redireccionadas a fuentes con segmentos más especializados que, a su vez, son menos rentables. Es decir, la tendencia premia lo atractivo a través de la eficiencia y castiga el argumento detallado y estable.

Las consecuencias son audiencias ultrainformadas, pero menos argumentativas. Información inestable que produce posiciones que castigan al intermedio, al sensato, inclusive al no informado: es pecado dudar, ponderar o buscar un equilibrio. Adicionalmente, si los argumentos son minimizados, entonces es más fácil convencer; por ende, las reacciones son más volubles, más conflictivas.

La digitalización informativa está creando masas de individuos que valoran la inmediatez y la polémica. El problema es que la sociedad es compleja y multidimensional. Entonces, la tendencia hace que nos entendamos cada vez menos. Algunos pensarán que esto sucedió antes con la llegada de los medios masivos tradicionales. Discrepo: hay más opacidad, menos estabilidad y más desigualdad.

El reto del periodismo moderno es entender que parte de la opinión digital está previamente manufacturada por agentes invisibles con agenda particular. Quizás hay que informar más sobre lo que le pasa a la gente de a pie, no sobre hashtags virales. Es una responsabilidad democrática. (O)

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