“Tal cual es… El camino de José Mujica a la Presidencia”, de Kintto Lucas (Abya Yala, 2012), es una recopilación de veinte ensayos escritos entre 2004 y 2009. Al recorrer la política uruguaya, podemos visualizar las similitudes, así como los riesgos y los desafíos, de los procesos progresistas latinoamericanos.
Los tupamaros, cuya lucha contra la oprobiosa dictadura militar uruguaya (y sus amigos civiles, como dice el autor en el ensayo “El camino de la izquierda hacia el gobierno”), entendieron la política y el sentido de la palabra unidad.
Su disciplina táctica y capacidad operativa están bien retratadas en la película del cineasta Costa Gavras (“Estado de sitio”, 1973) y en el ensayo “Puntas Carretas Shopping Center” de este libro. Sin embargo, fueron derrotados en términos militares. Raúl Séndic, en los setenta, el histórico líder tupamaro, encarcelado y mantenido como rehén de la dictadura, propuso la conformación de un amplio frente político.
En 1989, el Frente Amplio, una amalgama de fuerzas de izquierda y socialdemócratas, obtuvo la alcaldía de Montevideo con el médico humanista Tabaré Vázquez. Esto le abrió puertas a la presidencia, en una alianza Frente Amplio-Encuentro Progresista, en las elecciones presidenciales de 2004. Hizo un buen gobierno. José Mujica, el ex líder tupamaro, ganó la presidencia de su país en noviembre de 2009. Fue el triunfo de la política.
El mapa político de nuestro continente cambió en forma radical en la última década. La izquierda, con sus diferentes variantes, llegó al gobierno con triunfos electorales. En Uruguay, tal como nos explica el autor, hubo condiciones objetivas para el triunfo de la izquierda; organización y varios líderes: Raúl Séndic, Tabaré Vázquez, Pepe Mujica.
En América Latina, la izquierda pone énfasis en la equidad, más que necesaria: imprescindible, pues se trata de la región más desigual del planeta. El proceso uruguayo es emblemático por esa trayectoria: compromiso con los derechos humanos, prioridad de la inversión en educación y salud, fortalecimiento de la producción nacional, renovados bríos en la integración regional.
Tales procesos políticos -articulados al tejido social y con un discurso diferenciador con respecto al poder económico- son los triunfantes. Pero no se puede perder de vista que hay sectores desleales con la democracia.
Esto advierte no solo los riesgos del futuro, sino también la necesidad de recuperar la memoria de los procesos históricos.
Es peligroso olvidar. Parece también que esos sectores no quieren recordar que el neoliberalismo se construyó sobre la base de la represión y/o el robo (vía privatizaciones, ajustes, tratados de libre comercio, etc.) y que el pueblo los castigó eligiendo, precisamente, gobiernos antineoliberales como el de Mujica.