Cuando empieza el nuevo año nos encontramos siempre frente a las decisiones que tenemos que tomar. En tiempos de incertidumbre esto es aún más difícil. Este año mi esposo y yo podríamos decidir jubilarnos de una buena vez o seguir con trabajos parciales; también podríamos ir a vivir al valle o quedarnos en Quito; por otro lado, yo compilaría mis escritos para publicar un libro y/o tal vez tomaría ese trabajo de tutorías académicas que me han ofrecido. Están pendientes un viaje para asistir al matrimonio de la hija de mi mejor amiga de la universidad y una operación médica. Nunca se sabe, nuestras decisiones dependen de una varidad de factores: la situación económica del país, la estabilidad política, el que no haya disturbios, los resultados de las elecciones, etc.,etc.
Lo cierto es que en este momento mi vida está llena de muchos “tal vez” y “quizás”. Estoy lidiando con más cambios de lo habitual. Incluso cuando creo estar cómoda en el acogedor colchoncito de previsibilidad que he construido, sé que las cosas podrían cambiar en un santiamén. Así sucedió hace casi tres años cuando nos contagiamos de Covid. Sé que la única constante en la vida es el cambio y que por mucho que intente controlar el futuro, todo lo que puedo hacer es confiar en que, pase lo que pase, tendré la presencia de ánimo para adaptarme.
La incertidumbre es consustancial con la vida. Pero en estos tiempos parecería que se ha intensificado. Ya sea que las causas sean la pandemia, la guerra, la economía mundial, las finanzas, el cambio climático, los riesgos de la naturaleza, la salud o las relaciones familiares, no podemos predecir lo que nos espera. Como humanos que somos anhelamos seguridad, sentirnos a buen recaudo y tener control sobre nuestro bienestar.
Los jóvenes, a diferencia de nosotros, parecen disfrutar de arriesgarse, sin preocuparse de construir un futuro predecible. Para los adultos, que crecimos en una sociedad relativamente estable, la expectativa era seguir viviendo como nuestros padres, en el mismo barrio, asistiendo a los mismos colegios y universidades y con las costumbres que tenían ellos. La forma de vivir, sin embargo, se transformó de repente y ahora experimentamos tiempos vertiginosos de cambio; por ello, es importante que nos preparemos para enfrentarlos. Algunos especialistas recomiendan modificar nuestros pensamientos, enfocarnos en el aquí y en el ahora, reflexionar sobre lo que vivimos y aún reirnos de nosotros mismos. Veamos lo que nos dicen.
Dicen los psicólogos pop que una de las estrategias para fortalecernos es entrar al mundo de las afirmaciones positivas. Se trata de recitar varias veces durante el día frases que nos iluminen. Ese hábito, dicen, tiene un efecto parecido al que causa en nuestra mente la oración: nos lleva a tener consciencia plena y aclara nuestra perspectiva de nuestro lugar en el mundo. Las afirmaciones se utilizan para reprogramar la mente subconsciente alentando a quien las recita a creer en sí mismo y apoyando el que se posicione frente a la realidad en un lugar de esperanza y positivismo. Pueden utilizarse también para alentarnos a crear (o atraer) la realidad que queremos con riqueza, amor, belleza y felicidad. La Dra. Kathryn J. Lively manifiesta que las personas pueden usar afirmaciones positivas para una variedad de intenciones.
Por otro lado, el Dr. Walter E. Jacobson, M.D., da valor a las afirmaciones explicando que nuestra mente subconsciente juega un papel importante en la creación de lo que queremos para nuestras vidas y en que nuestros deseos se manifesten en la realidad. Lo que creemos sobre nosotros mismos a nivel subconsciente, –dice–, puede tener un impacto significativo en el resultado de los eventos. Estos estudiosos, y –la más importante entre ellos– la Dra. Louise Hay, confían en el poder transformador del lenguaje y lo aconsejan como un hábito de saludmental que apoya el autoestima y da seguridad. Las afirmaciones positivas son declaraciones que una persona se las dice a sí misma con regularidad o las escribe. Unaamiga mía tiene un “tarro de positividad” en el que deposita una serie de frases que han conseguido en el internet o incluso frases que se inventa ella misma. Las tiene escritas en papelitos de colores, doblados en un recipiente transparente. De allí va sacando la frase diaria que se la repite con frecuencia durante ese día. Por si quieren probar esta interesante estrategia, comparto con ustedes unas cuantas citas valiosas que he encontrado:
“El coraje empieza con hacerse presente y mostrar quién eres”, Brené Brown, escritora y académica.
“Acepta lo que nunca te ha sucedido y observa cómo tu realidad se reorganiza”, Yrsa Daley-Ward, poeta.
“Estoy a la altura de las circunstancias y no le tengo miedo a nada”, Audre Lord, poeta y activista.
“Mi vida está a punto de convertirse en algo increíble”, Tim Storey, orador motivacional.
“Mi perspectiva es única, importante y valiosa”, Glenn Close, actriz.
“Nada puede atenuar la luz que brilla desde adentro”, Maya Angelou, poeta.
“Haz las cosas que crees que no puedes hacer”, Eleanor Roosevelt, escritora y activista.
Otra estrategia para tiempos de incertidumbre es filosofar sobre la vida. Como humanos tenemos la capacidad de maravillarnos, de ser curiosos, de tener dudas. Siempre estamos buscando descubrir el porqué de las cosas. Siempre estamos cuestionando, examinando, aprendiendo. Ilaria Gaspari, una escritora italiana con un doctorado en Filosofía de La Sorbona, nos invita a examinar la realidad, elucubrar sobre ella e inclusive ir a los clásicos para encontrar inspiración. A la Dra. Gaspari se la puede conocer en una entrevista que está posteada en YouTube. Es muy interesante oírle contar que en tiempos de incertidumbre se decidió a vivir por un tiempo inspirada en la filosofía antigua y ha escrito sobre esa experiencia en su libro Seis semanas con los filósofos griegos; cómo aprender a vivir a la manera de los antiguos sabios. La autora además cita en la entrevista un libro de Pierre Hadot, el estudioso francés que escribió a finales de los años setenta y que se llama «Ejercicios espirituales y filosofía antigua». Y dice Gaspari: “Hadot atribuye a la época de las primeras escuelas de filosofía la idea del ejercicio espiritual, es decir, un modo de cambiar, de orientar, la propia postura en el mundo”. Filosofar solos o en grupo, apartándonos de vez en cuando del mundo, es una forma de coger fuerzas para enfrentar una realidad incierta.
Por último, una estrategia que bien vale la pena tomar en cuenta es la que recomiendan los expertos en mejorar la vida de la gente: tomar las cosas a la ligera y cultivar la despreocupación para tener bienestar. El artículo deCarolyn Todd “Cuando todo es complicado, un toque de humor puede ayudar”, en el New York Times es excelente, entre otras cosas, porque cita los puntos de vista de algunos académicos. Veamos lo que dicen ellos. La Dra. Naomi Bagdonas, profesora de la Escuela de Negocios de Posgrado de la Universidad de Stanford quien asesora a ejecutivos sobre cómo liderar con humor y humanidad dice “Tomar las cosas a la ligera es una manera de ver el mundo. Una en la que se trata de buscar razones para estar contentos en lugar de decepcionados con el mundo que te rodea”.
Tomarnos las cosas con menos seriedad nos permite “viajar más ligeros”, afirma Willibald Ruch, profesor e investigador de Psicología Positiva en la Universidad de Zúrich, y “proteje el cuerpo y el alma que deben recorrerun camino por demás accidentado”. Mientras tanto Emiliana Simon-Thomas de la Universidad de California, en Berkeley, dice: “La despreocupación es nuestro vehículo principal para restablecer un estado de relajación”. El tomar las cosas a la ligera ayuda a crear defensas y escapar del estrés mental y físico.
El artículo citado tiene muchos consejos sobre cómo cultivar la despreocupación, desde cursos, reírse de uno mismo o ver películas de humor, hasta encontrar el lado humorístico del diario vivir. La idea es trabajar en uno mismo deliberadamente en ser despreocupados. Como ocurre con cualquier otro hábito, la práctica ayuda. Incluso –dice dicho artículo– ,la creación intencional de experiencias divertidas tiene los mismos beneficios que la diversión espontánea. Entre estos consejos, uno que me pareció muy interesante es el de crear un diario de despreocupación. En este se debe anotar tres cosas que te han pasado en el día que tienen visos de humor. Los estudios basados en el humor han descubierto que el simple hecho de anotar tres cosas divertidas de tu día durante una semana puede reducir los síntomas de la depresión y mejorar el bienestar. Heather Walker, psicóloga organizacional dice: “Leer tu diario con frecuencia reproduce las sensaciones agradables y te hace reír; hace que revivas la experiencia que tuviste. Se benefician tu mente y tu cuerpo”.
Otras formas de despreocuparte son las de pasar el rato con personas que te hagan reír, ir a reuniones donde hay expertos en contar cachos, aprender má sobre el tema del humor, hacer actividades lúdicas, ser un poco menos cumplido y trabajador, descubrir tu propio sentido del humor. Todas estas actitudes y actividades te ayudan a vivir liviano.
Hemos visto que las estrategias de afirmaciones, filosofar sobre la vida, pero también tomar la vida a la ligera son formas de contrarrestar la incertidumbre. Espero y deseoque estas estrategias puedan ser útiles para sus vidas.
Nota: Agradezco a mis queridos amigos Isabel Heineger y César Morales por las referencias a textos y entrevistas sobre filosofar sobre la vida y tomarla con humor.