El uno en Miami, el otro en la embajada de Panamá. Los dos sin orden de prisión alguna que justifique semejante huida. Todo para vender al exterior la imagen de que aquí no hay garantías, no hay libertades.
En el fondo de eso se ha tratado el asunto: puro histrionismo que justifique iniciar una campaña desestabilizadora contra este gobierno que tiene, eso sí, enorme respaldo popular.
El asunto de El Universo ha alcanzado este esperado colofón. Sí, era posible intuir la decisión final del Presidente, empezando por su formación católica en la que el perdón es elemento fundamental para entender la vida misma.
Luego, las muchas insinuaciones a lo largo de claros pronunciamientos, con la constante de que el dinero de los Pérez nunca le interesó.
Hubo también filtraciones, conversaciones, mediaciones, que dejaban entrever que este sería, para el Presidente, el mejor desenlace.
El mejor porque, sin contaminarse con los humores de los “malquerientes” , en la cárcel y sin fortuna material, doblemente desafortunados, el mensaje ha quedado claro: esa prensa, con militancia política no confesada, opositora a este régimen, tendrá que empezar a hacer periodismo. Puede relatar las cosas desde sus visiones, puede, es así en todo el mundo, pero deberá hacerlo lealmente, reconociéndolo y advirtiéndoselo a las audiencias.
Lo del exterior es, para mí, más importante. Ahora que se filtran nuevos cables a través de WikiLeaks confirmando que, además de la CIA, en el mundo operan muchas agencias que solo les preocupa desacreditar a instituciones, personas y gobiernos.
Es un mundo de injurias, de documentos espurios, de drogas, de sexo.
Afuera todavía prestarán oídos a gente tan elemental como Emilio Palacio que, no cabe duda, se sumó gustoso a la campaña de desprestigio contra este gobierno. Nuestra política exterior, que ha tendido puentes con Irán, por ejemplo, también está entre las razones, o la razón principal, para sacar manteca contra Rafael Correa.
Ese es el papel principal de estos medios de papel, sobre todo en este contexto latinoamericano que recién intenta construir otras instituciones, por fuera de los designios estadounidenses. La enmienda Platt, la doctrina Monroe, aún recorren, luciendo intactas, nuestra región. Los criollos, súbditos ayer, hoy nos vuelven a espetar su eterno juramento de lealtad.
Frente a eso no queda otro camino que hacer periodismo de verdad. Una forma es incorporando todas las voces posibles, para que el relato de la historia sea tan abigarrado como compleja es nuestra sociedad. Con muchas voces, honestas, podremos balancear las cosas.