Soraya tuvo que llegar con su denuncia de acoso sexual y violencia psicológica-en contra de quien fue su docente-hasta el rectorado de la universidad para que los funcionarios de los entes encargados tomen cartas en el asunto. De lo contrario, su caso sería uno más de los cientos que son archivados e ignorados.
Sin embargo, las autoridades que tienen el deber de defender a Soraya de su acosador lo han hecho de mala gana, con indiferencia, a medias o esquivando sus responsabilidades. Y es así como entre los docentes y funcionarios universitarios de todo nivel se tejen lazos inexplicables y macabros. Estos lazos priorizan sus intereses, agendas, pretensiones y hasta oscuras inclinaciones.
Por ejemplo, al tener el rector conocimiento del caso, debió ordenar que se emita una orden de alejamiento para que el acosador no se pueda acercar a la víctima, ni en el interior de los predios universitarios ni en las afueras de ellos. No fue así como procedió y tampoco cumplieron con la obligación de hacerlo sus subalternos. Se limitaron a cambiar al agresor de edificio por lo que él se aprovechó de esta circunstancia para seguir acosando, hostigando y amenazando a Soraya.
Cuando Soraya se acercó a bienestar estudiantil para hacer su denuncia, a la encargada de recibirla no le pareció posible que el docente sea un depravado si es joven, buen mozo y bien vestido, argumentos totalmente absurdos y parcializados que, en lugar de dar seguridad a Soraya, la revictimizan y amedrentan.
¿Es por este dañino espíritu de cuerpo que algunos docentes se saben impunes y utilizan esta relación de poder para acosar, amedrentar y conseguir oscuras pretensiones de las alumnas?
Mal entendida, la relación docente-alumna es una relación desigual en la que, docentes con estudios pero sin ética ni valores, ejercen presión, manipulación y siembran miedo en sus alumnas.
Soraya tiene pruebas hasta de daño psicológico por el acoso que sufrió. Mañana se sabe si en su caso se aplica justicia. O si el espíritu de cuerpo, las palancas y corrupción siguen sembrando miedo e impunidad. (O)