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El Telégrafo

Peces en los árboles

18 de septiembre de 2011

De mucha importancia en nuestras vidas es observar las cosas con objetividad y a la vez con optimismo, pero sin perder la perspectiva ni dejar que la pasión domine nuestro raciocinio, pues como seres humanos, estamos propensos a dejar que nuestras emociones se exalten y nos turben, permitiendo que cometamos errores, a veces muy lamentables.   

Un proverbio chino reza que “quien mira el cielo en el agua ve los peces en los árboles”, y no es que sea malo observar el cielo azul en las aguas de un lago, pero debemos tener en cuenta que lo que vemos reflejado allí, no es la realidad, sino –a lo mucho- una hermosa representación de cosas ajenas al agua que puede estar sucia, y la vida real no es un cuadro surrealista de Dalí.

Una fábula cuenta que durante una noche de Luna llena, un perro atravesaba un puente, con un gran hueso en su hocico, pero al verlo reflejado en las aguas del río, le pareció más atractivo que el hueso real, soltando éste para ir en busca de aquél. Esto demuestra dos situaciones: la facilidad con que solemos engañarnos ante cosas que parecen buenas o mejores que las que tenemos, y la torpe ambición que nos empuja al precipicio del error.

Es bueno que hagamos proyectos, fijemos metas, y planifiquemos para tener una vida mejor, más cómoda y segura, pero es malo que esto se convierta en una obsesión al punto de perder la perspectiva y ‘ver los peces en los árboles’. Si diésemos una mirada retrospectiva a nuestra vida, hallaríamos, sin dudas, que gran cantidad de lo emprendido ha sido estéril o, a lo mucho, ha servido para mantenernos optimistas o simplemente entretenidos.

Pero, como no tenemos una esfera mágica para ver previamente las consecuencias de nuestras decisiones, es clave que tratemos de conducirnos con cautela y cordura, analizando todo antes de hablar y actuar. A estas alturas, creo importante mencionar que hay una tenue línea dividiendo al soñador del iluso; el primero suele poner los cimientos para cambiar las cosas, pues sus ideas que desafían lo ya establecido son semillas que –la mayoría de veces-  dan frutos de progreso; en contraste, el segundo es como un niño que mira por el plan de una botella y ve todo distorsionado, actuando luego conforme a lo que sus ojos han visto.     

Jesucristo nos exhortó a buscar el reino de Dios y su justicia para que todo lo demás nos sea dado por añadidura; esto incluye trabajar honestamente, ser precavidos, equilibrados, soñadores y objetivos a la vez, sin idolatrar ni menospreciar a nadie, mirando al cielo directamente, no a su reflejo en las sucias aguas del engaño.

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