La historia de la humanidad está plagada de lamentables casos de gobiernos corruptos, administraciones locales deshonestas, negociados e innumerables actos perpetrados por “líderes” tristemente célebres, ex presidentes prófugos, prefectos o ex alcaldes con grilletes, que deberían estar en las sombras del olvido y sin derechos (políticos), pero eso… ¿a quién le importa? Al parecer a pocos, porque existe la errada creencia que, quien le roba al estado, les roba a todos y a nadie, la gente solo se ocupa y preocupa cuando le meten, literalmente, la mano al bolsillo y los perjudica directamente, sin embargo, no repara, ni se escandaliza por la corrupción de los grandes, porque en el fondo lo consideran inevitable.
Craso error. El corrupto y el corruptor le roban a la gente la salud, la educación, la seguridad, afectan a la inversión y productividad, no le permiten al sector comercial tener la certeza de hacer negocios lícitos, menoscaba la institucionalidad, violenta los derechos humanos y nos roba a todos la reputación como país.
Las Normas ISO en sus diferentes versiones, el compliance como herramienta indispensable de la gestión, los mapas de riesgos y vulnerabilidades, dentro de un marco metodológico adecuado, son alternativas para concretar proyectos de toda índole con el máximo nivel de efectividad y transparencia.
Es por todos conocido que, el mayor foco de corrupción se genera en los procesos de contratación pública, por tanto, es indispensable mantener un modelo de gestión sistemático para detectar malas prácticas y reducir la corruptela tanto en los niveles ejecutivos, como en los operativos.
El día a día exige trabajo convencido, de gente que no tenga intereses ni agenda propia o camuflada, solo así se podrá establecer una guía de funcionamiento estatal correcta que contenga estándares normativos y alertas tempranas, esa es la forma de optimizar la gestión y adaptarla a las nuevas tendencias de administración internacional, sobre la base de métodos científicos verificables …. suena bien, pero hay que estar decididos a hacerlo, sin dilaciones.
Si bien es cierto el tema es político, es fundamentalmente técnico y no se puede improvisar, el país entero, desde lo nacional hasta lo local e inclusive lo domestico, exige contundencia y un accionar visible, liderado con firmeza y sagacidad, sin medias tintas. El Estado no puede continuar como hasta ahora, con una corrupción rampante y enquistada en todos los estamentos de la nación, en medio de una avidez por el dinero por una parte y de monotonía e indolencia por otra.
La labor debe y tiene que hacerse, pensando en la Patria, sin esperar reconocimiento alguno, conscientes que en este país la función pública además de ser denostada solo genera ingratitud, que el trabajo de la sociedad civil no es valorado, quizá por ello cabe la analogía que hacía Vargas Vila con respecto a los ingratos: “…el sol tiene manchas, los agradecidos hablan de la luz, los mal nacidos hablan de las manchas…”. El remedio al final del camino es seguir, pensar, actuar y seguir…
Tenemos el diagnostico, sabemos cual es el problema, están trazadas las estrategias y líneas teóricas enfocadas a una respuesta integral, porque simplemente es una falacia contar y aferrarse a una sola vía de solución, sabemos también que la autonomía política y control desde la sociedad civil es clave, que la cooperación internacional es necesaria, ¿Qué nos falta? Voluntad y trabajo, levantarse y ¡sacudirse!
Hay que empezar por el principio, paso 1, paso 2, paso 3… no hacerlo nos acerca a la cómoda y triste actitud del conformismo que desemboca en la mísera complicidad.