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El Telégrafo
Sebastián Endara

Pensando la participación

13 de diciembre de 2018

El ideal de una sociedad plenamente democrática es la participación de los ciudadanos en la construcción de la cosa pública. Y nunca será suficiente insistir en que esta “cosa” pública, la res-pública, determina las condiciones de existencia de la “cosa” privada, la res-privata. De tal manera que si estamos ocupados en mejorar las condiciones de vida personal o familiar, deberíamos pre-ocuparnos de la mejora de las condiciones de vida pública. Ahora bien, la participación social no debe ser concebida como una concesión del poder, todo lo contrario, el único asidero firme del poder público está precisamente en la consistencia de la participación social, por lo que el político debiera ser el primero en cuidar esa participación. Claro que una cosa es “cuidar” y otra muy diferente es “detentar” la participación. Que lance la primera piedra aquel político que cree que tiene una base social inamovible. Naturalmente, la participación social efectiva siempre es riesgosa, porque al ser sustrato último de la estructura institucional, por leves que sean sus movimientos siempre tiene repercusiones en la configuración de aquel poder legitimado en las discursividades o en el ámbito jurídico producido por el propio poder.

La participación social y más, la organización social es definitivamente el germen del futuro de nuestras sociedades y habría que preguntarnos hasta qué punto aquellos que no solo hablan de revolución y cambio sino de profundización de la democracia, están dispuestos a que la organización social se vaya robusteciendo y vaya complejizando las discusiones que fundan efectivamente una sociedad de derechos que está amparada en la razón moderna, que ya no se articula a partir de verdades sagradas, sino en la deliberación razonable de posiciones diversas y la construcción negociada de argumentos que por supuesto siempre implican intereses y formas diversas de ver la “cosa”. La participación en todo caso es una posibilidad estructurante de mejores condiciones de vida, pero que implican las responsabilidades de los diferentes actores y sobre todo de quienes ocupan temporalmente el poder. (O)

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