Páramo es una palabra ibérica, anterior al latín pero adoptada por este idioma. Aunque en Iberia designa un desierto despoblado, en los Andes significa tierra alta con pastizales y sembríos de papas y azotada por fuertes vientos.
Nuestros páramos andinos, entre 3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, son más como las “highlands” de Escocia que como los “moors” del suroeste de Inglaterra. Nuestros páramos no son desiertos; al contrario, gracias a ellos nuestro país tiene agua y no solo de los nevados, como se cree. Igual que sucede en las islas Galápagos, las tierras altas atraen las lluvias, pues el aire caliente que se eleva tiende a condensarse en las frías tierras altas.
Mientras en Colombia se fomenta una reverencia ecológica al páramo, en Ecuador no se aprecia su importancia. Si usted quiere apreciarlos, haga un paseo a la reserva ecológica El Ángel, en la provincia del Carchi. Parece que hasta la gente se endurece en el páramo, como demuestran los carchenses.
Volviendo a la reserva de El Ángel, está llena de pequeñas lagunas y de frailejones, la planta que caracteriza a estos páramos. Los carchenses, capaces como pocos de reírse de sí mismos, dicen que tienen una ciudad más singular que Los Ángeles, California: El Ángel, Carchi.
La reserva El Ángel es la esponja que almacena la humedad de los páramos. El agua baja y forma ríos que bañan los valles, para luego descender más, hasta la Costa, donde se convierten en caudalosos afluentes.
Si no existieran los páramos, el agua de los deshielos se evaporaría enseguida, sin esa esponja que guarda el agua para todos, lo que nos dio un paraíso.
Pero no solo agua da el páramo. Allí crece la papa, el nutritivo tubérculo que los Andes regaló al mundo. El país más extenso del planeta, Rusia, no solo ha calmado el hambre de millones de rusos, sino que hasta usa papas para su bebida favorita, el vodka.
A propósito, siempre me he preguntado ¿por qué los carchenses no producen vodka, teniendo tan buenas papas? ¡Salud con Vodkarchi!. (O)