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El Telégrafo

Para una verdadera libertad de expresión, un buen periodismo

07 de octubre de 2011

Para consolidar la libertad de expresión hace falta también consolidar el ejercicio de un periodismo de calidad. Un periodismo en el cual se cumplan requisitos mínimos, elementales y sencillos, pero  que permitan contar los hechos apegados a la verdad. Nada más.

La investigación es clave en el ejercicio del periodismo de calidad. Toda buena crónica, reportaje, entrevista, debe contar con un ingrediente necesario: la investigación, como insumo fundamental  para contar lo oculto. Esa es la noticia. No solo aquella que está a la vista y disponible para su uso.  La Ley de Transparencia permite el acceso a información del sector público, por ejemplo, y esos son los insumos que deben amasarse para develar noticias. Pero, en general, eso no sucede. La pereza puede más. Y lo que es reprochable, la búsqueda constante del escándalo y el sensacionalismo para captar lectores o subir audiencias. Y al ser los medios actores políticos, la búsqueda de información tiene que ver con la necesidad desesperada de encontrar todo aquello que pueda afectar al gobierno del cual son opositores. El resultado, un pésimo periodismo.    

Por casualidad, el martes anterior, me encuentro con Telesistema y su informativo “de la comunidad”,  tan expandido ahora en las mañanas.  La reportera, Diana Rueda acude a Carcelén por una “denuncia anónima” y sobre esa base arma su reportaje. Entrevista a una mujer que, con su rostro oculto, afirma que a la fundación Renacer (dedicada a la rehabilitación de drogadictos y alcohólicos) ingresan mujeres, “posiblemente trabajadoras sexuales”,  en la tarde y salen a las 3 de la mañana.  No presenta evidencia alguna de esta denuncia. No hay al menos la opción a que los acusados, los representantes de la fundación Renacer, presenten su versión.  No ha contrastado ninguna fuente.

Nada, solo las afirmaciones de una denuncia anónima. Al final del reportaje, la reportera anuncia que “volverá en la noche”.  No esperó a tener los elementos necesarios para su reportaje. Lanzó la acusación y no presentó ninguna prueba.  Pero lo peor vino luego, los presentadores, Roberto Álvarez y Patricia Terán, comentan el reportaje (otra mala costumbre de los presentadores) y afirman, él: “No puede ser posible que haya verdaderas orgías en esa fundación”. Y ella: “Los de la fundación Renacer son cómplices”.  Ya juzgaron y sentenciaron.  Caso cerrado. El colmo.

Con este ejemplo, podemos afirmar que no hay verdadera libertad de expresión sin periodismo de calidad.

Atrevámonos a hacer buen periodismo, seamos exigentes, busquemos la calidad y, con ella, la verdad.

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