Cuando se producen situaciones límite, cuando la gente se siente angustiada, cuando decide salir a la carrera, casi sin mirar atrás, uno debe preguntarse, en un análisis posterior, hacia dónde corren, cuál es el lugar al que se dirigen en búsqueda de refugio.
Si hacemos el recuento de lo ocurrido durante el siglo XX y lo que llevamos gastado del XXI, parecería que el norte está marcado por los lugares en dónde hay más libertades, seguridad, esperanzas de conseguir trabajo, de mejorar, de tener un futuro.
También el análisis histórico nos dice que han sido los regímenes capitalistas, los preferidos por las oleadas de refugiados, llámese los Estados Unidos o Europa Occidental, aquellos en los que priman las libertades.
Un ejemplo muy visible de lo que afirmo lo tenemos todavía fresco en la memoria, por más que ocurrió hace más de treinta años.
Se trata de la caída del Muro de Berlín, espantoso rezago de la guerra fría, que nos demuestra como los habitantes de la ciudad ubicada al Este, estaban siempre buscando la forma de escapar, de cruzar el muro y salir, a pesar de todas las dificultades implícitas a una tierra que les parecía de promisión.
¿Hacia qué lado corrieron los habitantes de la ciudad dividida? Muchos de ellos al abrazo del reencuentro, pero la mayoría quisieron asomarse a mirar y a caminar por la Berlín Occidental.
Los balseros de Cuba quieren tocar las costas de Florida, nunca a la inversa.
Quienes escapan de una realidad opresora o por carencias económicas, buscan el camino hacia los Estados Unidos, sea desde la cercana México o de la más lejana Argentina, que les facilite su vida y de los suyos.
Quienes escapan del régimen opresor y dictatorial de Maduro, anhelan llegar a un país que les dé estabilidad, que ofrezca oportunidades.