Todos sabemos que la sociedad individualista imperante ha colocado en riesgo la vida social e individual. En la política la izquierda y la derecha desarrollaron concepciones individualistas de la realidad. La naturaleza ha decidido ponerse por delante y buscar los equilibrios rotos por el humano moderno. El covid-19 ha venido a cambiar todo; basta mirar por las ventanas de donde estamos confinados y nos daremos cuenta de este hecho. Todas las falsedades políticas, económicas, religiosas, sociales, están en evidencia. Ahora estamos en igual nivel de riesgo y vulnerabilidad todos.
En esta situación, a quienes tanto criticábamos nos están salvando. Pues sí, son los servicios públicos y sus servidores los que garantizan el Estado de Bienestar. Estas instituciones públicas están trabajando en aspectos importantes para la vida; están trabajando en los hospitales, en la seguridad y control, en el suministro de agua, luz, gas, en el transporte, en la recolección de la basura, haciendo malabares en la educación virtual pública de todos los niveles, construyendo información confiable para tomar decisiones, en las empresas públicas de producción que no se han parado. No puede haber más muestra de solidaridad y entrega que la que está mostrando el Estado con sus servidores en medio de todas las limitaciones históricas que tenemos. A los médicos, enfermeras, policías, profesores, servidores de las empresas locales de servicios básicos, choferes profesionales y todos los que conforman esta cadena para la supervivencia, solo hay que rendirles un homenaje de respeto y cariño.
Los que han criticado y critican al servicio público deberán cambiar de posición. No son los verdaderos servidores públicos los que han dejado fragilizado este sector irremplazable del Estado, han sido los malos y corruptos políticos en comunión con otros sectores de la economía.
Miramos también a la educación pública con esperanza porque en la educación superior hay científicos y ciencia social que hoy tanto necesitamos. Las universidades no son solo centros de enseñanza, son sobre todo de investigación; y a las públicas, donde su único objetivo es obtener beneficios sociales y no un reparto de dividendos, hay que seguirlas apoyando. Al final, todos tenemos que ponernos en nuestro sitio y está claro quienes han puesto la cara cuando “las papas queman”. (O)