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El Telégrafo

Papa ante problemas

22 de marzo de 2013

La notoria sobreactuación del nuevo papa Francisco (su pretendida o real humildad, o su vocación por los pobres) se explica por los problemas que tiene que resolver. Fuertes y pesados.

Se han equivocado quienes, desde Argentina, han creído que un Papa nacido en las pampas sería un Papa “doméstico”, dedicado a continuar las peleas internas que ha dado contra el gobierno local. La inmediata audiencia concedida a la presidenta Fernández de Kirchner lo desmiente. Aunque es cierto que el obispo conservador y opositor Bergoglio usaba hábilmente el ataque a la corrupción y la pobreza contra un gobierno que tiene menos casos de corrupción que sus antecesores, y que ha bajado los índices de pobreza como casi nunca antes. Se reunía con representantes de la derecha como Carrió o Michetti, cuyas políticas son las que, en su época, han producido pobreza masiva desde la perspectiva neoliberal. Decía que el matrimonio igualitario es “un arma de Satán”.

Pero ahora, el ex militante del grupo peronista de derecha Guardia de Hierro, es Sumo Pontífice. No se lo conoció nunca como obispo de la pobreza, y sí como obispo de la oposición. Nunca se hizo eco de la lucha de los grupos de derechos humanos, y solo se ocupó de aquellas víctimas -como las de la tragedia de trenes de Once- que pudieran molestar al gobierno democrático actual. Pero ahora es el nuevo Papa, y debe estar a la altura de su rol.

Astuto, de verbo fácil y accesible, se ha lanzado a gestos que intenten devolver popularidad a la Iglesia por vía de superar el rígido protocolo oficial. Claro que eso no bastará para resolver lo que tiene delante: falta de vocaciones sacerdotales, pérdida de influjo cultural de la institución, copiosas acusaciones de pedofilia, finanzas del Vaticano que operan sin control legal, redes de prostitución masculina en la curia romana. Todo lo que estuvo en el informe que volteó a Benedicto. Una tarea ímproba por realizar.

Francisco tiene edad avanzada. Le falta un pulmón. No conoce de cerca los vericuetos del Vaticano. Tiene varios factores en contra. Su tarea es un cuesta arriba nada fácil de cubrir.

Se verá qué puede hacer Francisco. Seguramente cuando su conservadorismo se enfrente a la idea de terminar el celibato, la del sacerdocio femenino o la de nuevas políticas frente al aborto o la eutanasia, se requerirá más que gestos mediáticos para sostener la imagen. Porque la moral sexual, por ej., no se resuelve con discursos ni con gestos de admonición y castigo, sino con medidas concretas que pongan a la Iglesia a la altura cultural de estos tiempos.

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