Dentro de esta crisis sanitaria que estamos viviendo, en muchas partes del planeta se está hablando de una nueva normalidad y, sobre el hecho de que el mundo será diferente cuando se termine la pandemia. Yo estoy seguro de que, el mundo seguirá igual excepto en lo que respecta a esa convivencia forzada con el virus, porque todos los sectores de poder económico se lanzarán desaforadamente a buscar “recuperar” lo que supuestamente se ha perdido durante estos meses de encierro domiciliario. Lo único que ha pasado es que, no han ganado lo que ganan generalmente, en estos meses de pandemia.
No tengo nada en contra del empresariado en general, cuando éste invierte o diversifica su producción porque genera empleo y, porque al hacerlo arriesga su dinero, se entiende legítimamente obtenido, en tal o cual inversión. Estoy en contra de ese empresariado que se beneficia de las exenciones tributarias, que no paga los impuestos o que no los paga a su debido tiempo, que consigue que les perdonen los intereses de los tributos no pagados, que saca el dinero de las ganancias al extranjero para tenerlo inmovilizado ganando intereses, que impone los precios que le da la gana y que no paga salarios justos a sus trabajadores. Y esto, sucede casi en todo el mundo. A eso, nuevamente regresaremos, con más fuerza después de la pandemia.
Veamos qué es lo que en realidad se ha perdido: millones de empleos y plazas de trabajo. Millones de trabajadores echados a la calle. Todos con exiguas o ningunas liquidaciones. Todos o casi todos con la clausulita de que, a lo mejor, podrán ser recontratados en una futura fecha que no llegará. Casi todos son despidos intempestivos.
¿Cuántos millones de dólares no ha pagado el empresariado mundial por todos esos despidos? Miles y miles de millones de dólares. Se aprovechó de esta pandemia, para echar a millones de trabajadores a la desocupación y a la miseria sin el pago que les corresponde. Distinto es lo que sucede con las medianas y pequeñas industrias y empresas, que son en la mayoría de los países “en vías de desarrollo”, la columna vertebral de sus economías y que verdaderamente tienen problemas económicos muy graves.
En Ecuador, hay que generar ideas imaginativas y realizables para solucionar el desempleo y la pobreza que se han incrementado. (O)